La Ruta Real o Chah Rah, forma una parte fundamental de la Ruta de la Seda en Uzbekistán, puesto que une las dos principales ciudades de la Transoxiana, Samarkanda y Bujara. En otros tiempos este trayecto lo realizaban los mercaderes con sus camellos en una semana, descansando en plena ruta en los Caravansarais existentes; como ejemplo visitamos cerca de la ciudad de Karmana, los restos del Caravansarai Rabat-i-Malik, del que destaca su impresionante portal.
Había en tiempos dos caminos: por la parte norte o porla sur. La ruta meridional cruza por la ciudad natal de Tamerlán que es Chakhrisabz - la villa verde, por sus abundantes jardines - a solo 80 kms de Samarkanda, y que acaba de celebrar el 2.700 aniversario de su fundación. Por estos caminos, solían pasar las tropas y tanques rusos, en dirección sur hacia Afganistán, hace ya bastantes años. La ruta termina en Termez, ciudad fronteriza entre ambos países. Quizás por eso la ruta norte es la más utilizada por los turistas.
La Ruta Sur
Había en tiempos dos caminos: por la parte norte o por
La Ruta Norte
Entre Samarkanda y Bujara existen varios medios de locomoción; al menos uno puede desplazarse por carretera o bien en avión ó ferrocarril. Nuestro grupo tenía previsto desplazarse en tren, pero los billetes disponibles no alcanzaban para todo el grupo. Así una decena de nosotros elegimos hacer el viaje en autobús por la Ruta del Sur ó carretera que seguía el valle de Zeravchan.
El trayecto entre ambas hermosas ciudades uzbekas es de unos 300 kms. A bordo de un confortable autobús y la compañía de nuestro guía favorito, Mahmud, recorrimos este camino acompañados por un coche patrulla de la policía, que nos iba abriendo el paso. Nunca supimos realmente si la escolta era por seguridad o por considerarnos visitantes importantes.
Ya he dicho varias veces que Uzbekistán es ( o al menos lo parece ) un país seguro, y en donde a los turistas se les cuida bien. También es cierto que una “troupe” de 60 periodistas y escritores de turismo, no visita el país todos los días…. Así que nuestra patrulla nos daba al mismo tiempo, compañía, seguridad y honores.
Las pequeñas ciudades que cruzamos eran sencillas, limpias y parecían bien organizadas. A orillas de la carretera principal siempre se encontraba el hospital y la escuela, lo cual daba unas buenas referencias. Las mezquitas, casi todas pequeñas, se desperdigaban por diversas zonas que intuimos eran los diferentes barrios de cada lugar. También se situaban las gasolineras que eran abundantes y con buen aspecto.
No hay que olvidar que Uzbekistán tiene petróleo en el valle de Fergana situado en la esquina noreste del país y el resto lo importa de Rusia. Además, de todos los “Tanes”, es decir las repúblicas centro asiáticas de la antigua URSS , la de Uzbekistán es una de las más ricas en petróleo. Asimismo es autosuficiente en gas y lo exporta a sus países vecinos; e incluso se lo vende a Rusia para que, posteriormente, esta se lo revenda a la Unión Europea por medio de su compañía Gazprom. En Karmana existe además una central térmica.
Navoi y los Campos de Algodón
La primera parte de la ruta pasaba por Chojuy, Baxoro y Shabob hasta llegar a Navoi. El paisaje era de frutales y hortalizas, regadas desde varios embalses ó “reservoir”. También cruzamos por los campos de algodón de las granjas estatales y el autobús se detuvo para que tomáramos contacto con las bolas blancas y esponjosas que salen de la planta del algodón. Un grupo numeroso de hombres y mujeres, recogía la cosecha y pronto se acercaron a nosotros amables y sonrientes, mientras nos obsequiaban con bolas de algodón natural que, por cierto, no son tan suaves como cabía imaginar.
Las mujeres iban vestidas con coloridos trajes estampados de pantalón, larga blusa y un turbante o una cinta en la cabeza. Este adorno de cabeza no tiene ningún sentido religioso, sino que es una protección contra el sol y el polvo de la plantación.
La provincia de Navoi, cuya capital cruzamos, tiene 700.000 habitantes y es una región rica con industrias químicas y extracción de oro; tiene central térmica; aeropuerto internacional y además el ferrocarril. La carretera es buena… a trechos, y sigue el valle de Zeravcham, así como la línea férrea.
Nos despedimos de las “algodoneras” y continuamos viaje. Nuestro guía Mahmud aprovechó para darnos interesantes informaciones sobre su país, contestando a numerosas preguntas nuestras. Veamos cómo es la vida común de los uzbecos.
La Sanidad en Uzbekistán
Al igual que en la época rusa existe un hospital en cada núcleo de población y la atención es gratuita. Desde 1991 ( año de la independencia ) existen clínicas privadas que tienen una alta tecnología pero también un costoso pago por los servicios médicos. En Tashkent existe una de estas clínicas por cada barrio de la ciudad. Lo que no paga el Estado son los medicamentos que no parecen escasear, a juzgar por las abundantes farmacias (Dorixona) existentes. Sin duda por tradición milenaria se usa mucho la medicina naturista que utiliza hierbas y productos de la naturaleza, generalmente elaborados en Uzbekistán, aunque muchos provienen de la India donde la medicina Ayurvédica tiene su centro principal. Existen enfermedades respiratorias por efecto del algodón. Y la insalubridad de las aguas, desaconseja comer verduras crudas y ensaladas.
La Familia
Los uzbekos se casan jóvenes , siendo la edad mínima para ello los 16 años. La mayoría matrimonian antes de los 23 años, en una sociedad donde las mujeres trabajan, tanto dentro como fuera del hogar. En cuanto a la Natalidad, se sitúa por término medio en 2-3 hijos por pareja, siendo pequeña la mortalidad infantil. La baja por maternidad es de 3 años; siendo el primer año sin sueldo y los dos siguientes al 50% del salario.
El Divorcio se sitúa en un 25 % de las parejas casadas, y no es tan fácil de alcanzar por la protección que el Estado quiere dar a los hijos. Cuando un matrimonio pide el divorcio, se les obliga a repensar su situación durante seis meses. Y en caso definitivo de separación, los hijos siempre se quedan con la madre, mientras sean menores de 16 años.
Como antigua zona tribal, Uzbekistán ha practicado la costumbre de arreglar el matrimonio entre las familias y la futura pareja se conocía apenas unos días antes de su boda. Este hecho tan extraño para nosotros, se sigue practicando en las zonas rurales, si bien los novios no van totalmente a lo desconocido, porque las familias tratan de emparejar a jóvenes conocidos con una cierta afinidad. Así se suele hablar de un matrimonio consentido más que de uno amañado. En las grandes ciudades esto ya ni se contempla. Allí la mujer- que es el 70% del alumnado universitario y que trabaja en un alto porcentaje – ya no transige con esta rémora del pasado.
Algo también desaparecido es la Poligamia que fue abolida por los rusos; si bien algunos jerifaltes de linaje musulmán, la mantuvieron hasta bien entrado el siglo XX. Más de 25 concubinas llegó a tener el Emir de Jiva hasta el año 1920. Las Bodas son muy festejadas y bastante caras, según lo contado por nuestro guía Mahmud de la suya propia durante nuestra visita en Tashkent. (Ver la referencia en otra entrada de este blog )
Los Salarios y la Jubilación
Salarios: El sueldo mínimo en Uzbekistán es de 200 dólares pero está permitido ser un pluriempleado , aunque casi nadie tiene más de dos trabajos. Un profesor universitario , por ejemplo, puede asistir 3 días semanales a sus clases y además trabajar en otro lugar o empresa. En cuanto a la Jubilación – siendo la esperanza de vida media relativamente alta, el fin de la vida laboral se fija en 60 años para los hombres y 54 para las mujeres, si bien se puede seguir trabajando a discreción.
La Alimentación
Sobre la Alimentación los viajeros hemos observado varias cosas. No compran trigo porque son autosuficientes, si bien reconocen que la harina de Kazajstán es mejor que la suya. Cultivan arroz en Korizom ( Jiva) y también en Fergana. Es un alimento muy barato que permite “paellas” muy variadas. Las frutas y verduras son muy buenas y frescas y forman parte de la vida cotidiana de los uzbekos. Cada vez que el grupo se sentaba a comer, la mesa tenía unos platillos con ensaladas y verduras crudas (jamás vimos verduras cocidas) que parecían decirnos “cómeme” y que con harto dolor apenas se tomaban e incluso ni se probaban, por un problema que el gobierno uzbeko desea acometer de inmediato : la depuración del agua en este país es aún una asignatura pendiente.
Tras unas cinco horas de autobús Bujara apareció ante nuestros ojos.
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