Vista general de Machu Picchu. Foto Icelight Boston MA. Wikimedia. Commons |
Un poco de historia
Aunque Machu Picchu
fue la joya de la arquitectura del Imperio Inca, los conquistadores españoles
nunca llegaron a ella. Quizás por su situación tan escondida, en el curso alto de un río sin camino de ribera;
y por su altitud, a casi 2.350
metros; por su abrupta topografía o por la exuberante
vegetación que la cercaba y que posteriormente
la cubrió, lo cierto es que, al tiempo que se
ampliaba la conquista, Machu Picchu se fue abandonando mientras se
extinguían lentamente sus pobladores.
Por eso durante siglos pasados se hablaba de “la ciudad perdida de los Incas”,
sin que se supiera a ciencia cierta su ubicación. Pero al mismo tiempo, esta
ignorancia la salvó de su desaparición. Fue por ello una inmensa sorpresa el hallazgo
que Hiram Bingham dio a conocer al mundo, un 24 de Julio del año 1911, hace
poco más de un siglo. Y sin embargo alguien se le había adelantado. Agustín Lizárraga,
un hacendado local, había estado por
allí nueve años antes y varias familias campesinas habitaban ya entre las
ruinas incas. Pero Bingham se llevó la gloria al tener detrás a toda la
Universidad de Yale y la
National Geographic Society, con mucho
dinero para promover excavaciones.
En 1912 el tal Lizárraga murió ahogado en el río Urubamba y
el americano trasladó a su universidad más de 45.000 piezas arqueológicas para
su estudio. Eran objetos de piedra, de
metal y de cerámica, así como restos humanos; todo ello de origen inca. Las
mismas piezas que, ahora, el gobierno peruano lleva años intentando repatriar
como germen de un futuro magnífico museo de la ciudad perdida de Machu Picchu.
Controversias aparte, este Santuario Histórico, una de las 7
Maravillas del Mundo y Patrimonio de la Humanidad desde el año 1983, constituye la ruina más impresionante y mejor
conservada de una ciudad inca, aparte del principal yacimiento arqueológico de
América del Sur. Esto lo ha convertido en objeto de deseo del turismo
internacional que en el año 2008 llegó a alcanzar nada menos que 858.000
visitantes. Desde entonces, por recomendación de la UNESCO, solo son admitidas
1.800 personas diarias.
La visita de las ruinas
Plano del Sitio. Foto Arquitectura de Paisaje. Facultad de Arquitectura. UNAM |
Hemos hablado del Valle Sagrado como una zona de gran altitud:
casi 2.000 metros.
Ascendiendo unos 500
metros más, desde la cuenca del río Urubamba, se alcanza
Machu Picchu. Ya conocemos la subida; una zigzagueante carretera de unos cinco
kilómetros, limitada a los minibuses oficiales,
únicos vehículos que la transitan, y que
ascienden en apenas quince minutos desde Aguas Calientes. Terminan su recorrido
en una estación, justo a la entrada del yacimiento, donde se ubican las taquillas, un restaurante,
una tienda de souvenirs y la entrada del único hotel, el Machu Picchu Sanctuary Lodge, ubicado junto a las ruinas. Es una zona siempre animada, llena de grupos de visitantes que
comienzan o terminan su visita.
La entrada hacia las ruinas se realiza por un angosto sendero, situado justamente después de las taquillas. Un ticket que tiene
validez para dos días, ya que la magia
del lugar se presta a más de una visita. El recorrido de las ruinas, aún bajo las
nieblas de la madrugada, para ver la salida del sol, es muy recomendable. A las 5 de la mañana, ya suben los primeros
autobuses y desde luego, el madrugón merece absolutamente la pena. A esa hora hay muy pocos visitantes y el silencio es abrumador. Y si, además, como fue nuestro caso, el
guía realiza ejercicios de contacto con la naturaleza y percepción energética,
la temprana visita se convierte en una experiencia inolvidable.
La ciudad, en muchos aspectos aún enigmática, se debió construir hacia 1450 y un siglo más
tarde ya había sido abandonada. Con una construcción perfecta, adaptada a la estructura
del terreno, mantiene una excelente armonía y una perfecta integración con la
naturaleza que la rodea. De
hecho forma terrazas, que servirían de espacio para la agricultura, desde la cima del escarpado cerro, con un meandro del río a sus pies.
Ciudadela, Santuario, Mausoleo
Vista amplia del acceso y las ruinas desde el cerro de Huayna Picchu. Foto Wikimedia Commons bajo licencia CC BY-SA 3.0 |
Se puede hablar de
una ciudadela, de un santuario y hasta de un mausoleo. Hay murallas, templos y
una zona urbana con dos partes: la ciudad alta ó hanan (al oeste) para el culto y las autoridades; y la ciudad baja
ó hurin, donde residían los
comerciantes, artesanos, etc. Ambas separadas por la gran plaza pública y
formadas por múltiples calles, graderíos unidos por peldaños, sistemas de
canales de agua, plazuelas, casas, templos, fuentes y diversas
construcciones mayores y menores.
Se dice que ninguna otra civilización ha conseguido
ensamblar mejor los inmensos bloques de granito que, aun sin cubiertas, han
aguantado el peso inmisericorde del tiempo y la vegetación invasora. El
acceso desde la casa del cuidador, lleva hasta unos escalones que con esfuerzo
é ilusión permiten alcanzar una pequeña explanada desde la que dominar todo el
conjunto. Allí se pueden pasar horas contemplando, a nuestros pies, todo aquel
inmenso panorama. Un sueño onírico, una presencia majestuosa y enigmática. Una
sensación telúrica y extrañamente vital.
A sugerencia de nuestro guía, un punto chamán, los
componentes de nuestro grupo, unas 20 personas, nos descalzamos sobre la hierba
y enlazando las manos, formamos una rueda para recibir la energía de la tierra
que, en aquel lugar, es según dicen, de extraordinaria fuerza. Después, al margen de las explicaciones
debidas y diversas, la visita nos llevó a deambular por casi todos los rincones, mientras
te sientes inmerso en aquel increíble lugar, en medio de un silencio casi místico.
En repetidas ocasiones aparecen representados los tres niveles de existencia del universo inca:
la Serpiente - el inframundo - , el
Puma - el mundo físico - y el Cóndor ó
mundo celestial.
Los templos
Torreón del Templo del Sol lhttp://commons.wikimedia.org/wiki/File:Machupicchu_intihuatana.JPG#/media/File:Machupicchu_intihuatana.JPG. |
El Templo de las Tres Ventanas, juega con los rayos del sol
en el solsticio de invierno. Y en el Templo del Cóndor podemos observar los nichos en donde se situaban las momias,
perfectamente conservadas por la altura y el frío invierno. El Templo del Sol es la construcción más
sublime y original de Machu Picchu, con forma de torreón elevado sobre una gran roca, en cuya
parte inferior se hallaba la Tumba ó Mausoleo Real. No muy lejos, la Piedra Intihuacana,
pudo servir, según los arqueólogos, como
Observatorio Astronómico para estudiar los movimientos del sol, los astros, las
constelaciones y los solsticios; así como los cambios estacionales de los días,
que aportaban datos útiles para los
cultivos, que se explotaban en los bancales de la ciudad.
Este sector cercano al templo, a la gran plaza y a la fuente
principal, se supone la residencia real
donde habitaba el Gran Inca Pachacútec
durante su estancia en Machu Picchu. Aquí
debieron de realizarse las ceremonias y ritos principales ya que todos los
edificios que la rodean tienen carácter ritual.
Todos los años, se celebra aquí la brillante Fiesta del Solsticio y
Alejandro Toledo, el primer presidente de origen inca que ha tenido Perú (2001-2006),
realizó aquí su ceremonia de Investidura.
Escaleras y jardineras naturales recorren Machu Picchu de
arriba abajo. Las corrientes de agua canalizadas que alimentaban un inteligente
sistema de drenaje y regadío, aún saltan cantarinas hacia el fondo del valle. Y
las llamas que pastan a sus anchas por entre
las ruinas son el blanco obligado de las
cámaras de los turistas
Con suerte escucharemos al Tunqui, pajarillo negro y rojo,
ave nacional del Perú que habita entre estas piedras; también podremos contemplar las Orquídeas, de pequeño tamaño
pero de bellos colores
Frente a esta zona de Machu Picchu (en quechua cumbre vieja) se sitúa el pico de Huayna Picchu ó cumbre nueva. Sobre él se alza el templo de la Luna, orientado
hacia el poniente, por donde sale la luna y comienza la noche.Las vistas de la ciudad desde esta cumbre son impresionantes.
El Camino del Inca
Los viajeros intrépidos, senderistas y amantes del trekking pueden acceder a Machu Picchu por el exclusivo Camino
del Inca, que a lo largo de 39 kms, se tarda un promedio de 4 días en recorrerse. Asciende
desde el Valle Sagrado y tiene una limitación de 500 personas por día. Se realiza
en grupos organizados y obligatoriamente
acompañados de un guía experto. Toda una aventura que permite visitar hasta 30 pequeños yacimientos arqueológicos a lo largo del camino.
A las 17.50 en punto, se cierra el acceso a las visitas y comienzan a descender los últimos autobuses hacia Aguas Calientes. De regreso a nuestro alojamiento, el Hotel Sumaq, situado a orillas del río Urubamba, nos esperaba un apetecible spa y una excelente
cena de gastronomía peruana. Y un descanso reparador.
Una visita temprana
Las ruinas emergen de la niebla al amanecer. Foto travelpod.com |
A la mañana siguiente, a las cinco en punto de la madrugada,
iniciamos nuestra última visita a Machu Picchu. Los jirones de niebla aún cubrían las ruinas
sagradas. Queríamos ver salir el sol
sobre el horizonte, situados en los
lugares rituales que se supone utilizaban los sacerdotes incas, para saludar al
astro rey cada mañana. Los primeros
rayos que atravesaban la espesa niebla, nos saludaron con fuerza. Un
momento sublime, envuelto en el silencio que solamente rompían los cursos de
agua y los cantos de las aves madrugadoras. En cuestión de minutos la niebla de
disipó por completo y dio paso al espectáculo
inmenso de la ciudad renacida desde la noche abismal, las ruinas telúricas y el inmenso conjunto de
montañas circundantes que nos sobrecogió con una emoción que todavía nos embarga al recordarlo.
De regreso a Cuzco
Nos despedimos de Machu Picchu, a donde desearíamos regresar en otra ocasión. Ese mismo día, poco antes de las 10, tomamos el tren de regreso
hacia Cuzco. Era el expreso con vagones vistadome ( de visión panorámica), donde, tras el desayuno, pudimos asistir a un original pase de modelos a cargo de las
propias azafatas del ferrocarril. Asombroso desfile al son del traqueteo del tren;
bonita ropa y complementos en tejido puro de la mejor alpaca, que incitaba a comprar
al instante. Hora más tarde
estábamos de nuevo en Ollantaytambo para retomar el autobús en dirección a
Cuzco.
Textos: Julia Gómez Prieto
Fotos: Jorge Segovia y Julia Gómez Prieto
Excelente artículo!!! Para entrar a Machupicchu se necesitan boletos de entrada. ¿Cómo y donde comprarlos? aquí hay información: https://turismoalcuzco.com/entrada-a-machu-picchu-para-peruanos-cuanto-cuesta/
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