Salimos temprano de Puno en dirección a Arequipa, que en línea directa supone unas 5 horas de
camino. Pero hoy nos toca dormir en el CAÑON DEL COLCA y por tanto, haremos ese recorrido en dos jornadas.
En el trayecto admiraremos interesantes paisajes naturales
del altiplano, salpicados por rebaños de llamas, alpacas, vicuñas y guanacos, y
de vez en cuando algunas vizcachas. Nos
detenemos junto a la Reserva
Nacional de Salinas y Aguada Blanca, en cuya Laguna de Sakakani
podemos observar varios grupos de grandes zancudas que se bañan en las orillas del lago. Es el llamado Mirador de los
Flamencos y estamos ya a 4.450
metros de altitud.
La carretera es buena, de firme sólido, pero nosotros debemos
desviarnos hacia caminos menos firmes, en ruta hacia el Cañón del Colca, que es
nuestra meta. Para llegar iremos ascendiendo hasta casi los 5000 metros de altitud
para después descender de forma vertiginosa
hasta el fondo del valle. Tras un recodo del camino, unos niños “pasean” a unos
bebes de alpaca. Es parada obligada para
fotos y para contemplar la impresionante hondonada donde se asienta Chivay,
capital del valle a donde nos dirigimos.
Genesis del Cañón
El Cañón del Colca, uno de los más largos y profundos del
mundo, es en realidad una falla
originada en los últimos tiempos del levantamiento andino y que los agentes
erosivos y geológicos han ido remodelando
durante millones de años. Zona rodeada de “nevados “(volcanes de cumbres
nevadas), la cabecera del río Colca está a más de 4.000 mts de altitud y nace
entre dos colosos volcánicos: el Coropuna de 6.425 metros y el
Ampato de 6.310. Desde allí va bajando en suave pendiente mientras sus tierras
pasan de un uso ganadero a un uso
agrícola hacia los 3.000 metros. A esa
altura es cuando se estrecha el valle y
comienza realmente el cañón.
Bancales y Colcas
Los “nevados “ alimentan el río y erosionan las fuertes
laderas, lo que ha obligado al campesino desde épocas remotas al cultivo en terrazas, que se aprecia en los
lugares más anchos del valle y que forman curvas caprichosas para adaptarse al
relieve. Estos bancales controlan el riego y la erosión y así las comunidades
del Colca, los Cabanas y los Collaguas pueden
mantener los cultivos que son su
medio de vida. La palabra “Colca” es una expresión quechua que significa
granero por las hoyas donde los pobladores guardaban el grano de sus cosechas.
La Capital del Valle
CHIVAY es el centro neurálgico de la entrada
al Colca; una comarca donde es fácil encontrar aguas termales, debido al
vulcanismo latente en la
zona. Aguas que van de sulfurosas a bicarbonatadas con
temperaturas que pueden llegar hasta los 85°. También abundan las zonas de aguas provenientes del deshielo en
forma de lagunas, presas, manantiales, cascadas…
Mercado de Chivay. Sombreros Cabana. Foto JGP |
Precisamente, siguiendo aguas arriba del río está LA CALERA, con aguas ricas en sulfuro y hierro, muy adecuadas para tratar el reumatismo y la artritis. Desde allí, ascendiendo por caminos más difíciles, se llega a contemplar los castillos encantados de CALLALLI, preciosos bloques de órganos basalticos que parecen servir de puerta a la entrada del cañón.
Cuando llegamos nosotros, a primeros de diciembre, la villa de CHIVAY estaba en fiestas y muy
engalanada. Tuvimos ocasión de disfrutar del espectáculo un gran mercado local,
donde pudimos apreciar todo tipo de
productos agrícolas zonales; especialmente la enorme variedad de papas, creo
que son más de 20, que se cultivan en esta área. Desde
el mercado, cruzando la Plaza de Armas y la calle principal se accede al Puente
del Inca sobre el Colca, que pone en
comunicación ambas orillas y que, a nosotros, nos puso en el camino de nuestro
Hotel, el Colca Lodge, Spa & Hot Springs.
El Hotel Colca Lodge
La carretera, que cruzaba por el pueblo de Coporaque, era en algunos tramos sumamente tortuosa,
pedregosa y estrecha. La entrada al hotel quedaba unos100 metros por debajo del
camino, que había que recorrer a pie,
descendiendo por una pendiente igual de pedregosa, pues nuestro autobús no
podía salvar el repecho. Los edificios del alojamiento, estaban ubicados sobre
la ladera y había escaleras para llegar a las habitaciones. En resumen un
acceso complicado para un hotel de su categoría, construido hace ya unos años.
El conjunto, sin embargo, en estilo
rústico, es muy bonito y está emplazado en un entorno espectacular, sobre el
río. Cuenta con un Spa natural que aprovecha las “colcas “de aguas termales,
cercanas al cauce fluvial. ¡Todo un alivio tras el fatigoso camino ¡
A primera hora de la mañana, apenas amanecido, nos
preparamos para el aspecto más
emocionante de este valle: descubrir el vuelo majestuoso del cóndor, el ave
mítica que reina en estas alturas.
Desandamos el camino de la tarde anterior hasta Chivay y retomamos la
calzada del valle, esta vez por la margen izquierda. La carretera era
obviamente tortuosa, estrecha y pedregosa a lo largo de los 42 kms de ascenso continuado, que tardamos
más de dos horas en recorrer, dado el estado de la vía y las curvas continuas hasta el Mirador de la
Cruz del Condor.
Los pueblos del valle
En el Colca hay diversos pueblos escalonados
por las laderas del valle, todos ellos llenos de vida y colorido. La
mayoría tienen iglesias de estilo barroco mestizo, de las más antiguas del Perú, adornadas con pinturas murales y
valiosos cuadros de la época de la colonia. Destacan los buenos retablos que, además,
han sido restaurados recientemente, con
ayuda española, según nos dijeron. Esta es la herencia de los
franciscanos que llegaron por aquí a mediados del siglo XVI, poco después de la
conquista para evangelizar el valle.
Lugares como YANQUE, MACA, etc., se sitúan junto al camino. En
cada término los lugareños ponen sus
mercados con las más variopintas mercancías de colores fantásticos para atraer
a los visitantes. Comida, ropas y artesanías alternan con muñecos, sombreros y
abalorios de una ingenua belleza. Campesinos ataviados de vistosas indumentarias,
y acompañados de animales exóticos, se ofrecen
para una foto, como siempre, mediante una gratificación.
El Mirador de la Cruz
del Cóndor
Desde Maca aún quedan 20 kms hasta el Mirador y se cruzan dos túneles en la roca viva... Uno de ellos tiene 400 metros de largo y, según la tradición, allí habita “el demonio de los socavones”. ¡Que razón tienen ¡ El MIRADOR DEL CONDOR es nuestro destino final y allí estamos a las 10 en punto de la mañana. Se ve que el cóndor no es madrugador.
Es esta la zona más angosta del cañón y frente a nosotros el paredón rocoso,
espectacular, tiene una profundidad de 3.200 metros desde su
punto más alto. Allí habitan los Cóndores y allí esperamos pacientemente a que
inicien su vuelo matutino. Cada día se juntan aquí varios autobuses y quizás
porque había ya bastante gente… lo que quiere decir bullicio, el cóndor parecía
negarse a salir. Mientras se asomaba el
ave, los vendedores hacían su agosto.
Por fin, un gran cóndor, salió de su nido rocoso, a unos 300 metros por debajo de
donde nos encontrábamos; se hizo un silencio total, casi religioso. El ave se fue
elevando poco a poco hasta alcanzar nuestra cota y continuó hacia lo alto
describiendo majestuosamente vuelos circulares, simplemente con sus alas
extendidas, aprovechando las corrientes de aire que se elevan desde el fondo
del angosto valle. En un momento determinado enfiló el cañón en dirección al Océano y
desapareció de nuestra vista. ¡Realmente
había merecido la pena el fatigoso ascenso y la paciente espera! Fue un momento
inolvidable, un espectáculo de los que no se olvidan fácilmente.
El CONDOR es el ave voladora más grande del mundo con un peso de hasta 15 Kg. los machos y 11 las hembras. Su altura puede llegar hasta casi metro y medio y la envergadura de sus alas roza los 3 m de longitud en pleno despliegue. Vuela altísimo aprovechando las corrientes térmicas cálidas ascendentes, de manera que pueden llegar hasta los 7000 m de altitud con una capacidad de vuelo de cientos de kilómetros, ya que apenas se cansa porque más que volar planea sobre el territorio con sus enormes alas extendidas que casi no se molestan en batir. Habitan en oquedades de las rocas siempre acantiladas e inaccesibles, donde forman colonias de importancia. Se alimentan siempre de animales muertos, son carroñeros lentos ya que adoran descubrir la prensa y sobrevolarla durante horas hasta que descienden a comer sus partes blandas. Los cóndores del Colca a menudo bajan hasta el océano donde se alimentan de las placentas de los delfines bebes que han nacido por la costa.
Aprenden a volar hacia los 2 años y se hacen adultos hacia los 5-6 años pero tienen una tasa de reproducción muy baja ya que solamente ponen un huevo cada 1-2 años. Por el contrario es una de las aves más longevas, pudiendo alcanzar hasta los 50 años de edad. Es una especie amenazada y se trata de protegerla en todos los lugares porque, además, forma parte de la mitología de los países andinos; era el animal sagrado de los Incas y, por todo ello, está considerada como Patrimonio Cultural y Natural de Sudamérica.
Turismo de Aventura en
el Colca
Desde la Cruz del Cóndor, el río Colca sigue por un angosto valle
que, por tener unos 200 rápidos a lo largo de su curso, es un
paraíso para los amantes de las “aguas bravas “. Al parecer es uno de los mejores
lugares del mundo para realizar este deporte del rafting. Cuando el Colca se
une al río Majes o a otros arroyos más, origina el río Camaná que desemboca en el océano Pacífico precisamente
por Camaná, al norte de Arequipa.
Regresamos por la misma
carretera pedregosa y estrecha hasta el Yanque, En este pueblo hubo sesión de
fotos y compras. Las llamas y los aguiluchos, ayudan como ya hemos dicho, a las economías familiares. De regreso a Chivay, la Comida fue servida en
el hotel Casa
Andina Classic, amenizada por un grupo musical
que interpretaba los bailes y cantos propios del rico folklore de esta zona.
Había que ascender de
nuevo a la paramera y hacer unas cuantas
horas de autobús descendiendo hacia Arequipa, por una ruta atestada de camiones. En el horizonte destacaban ya los tres volcanes:
el Chachani, el Misti y el Pichu Pichu que vigilan, adornan y dominan la ciudad
de Arequipa. Hacia las 6 de la tarde entrábamos en la “ciudad blanca “ que es
el sobrenombre de esta magnífica ciudad del sur peruano. Cuando ya atardecía la blancura de sus muros parecía querer
retrasar el ocaso.
Cenando en Arequipa
Nuestro
hotel se ubicaba en la
antigua Ceca del siglo XVII: el Casa Andina Private Collection. Con dos hermosos
patios cubiertos, salón, comedor y capilla, todo estaba amueblado en estilo
barroco arequipeño de gran valor y elegancia. Era como un museo. Las
habitaciones situadas en un bloque adherido, eran modernas. Estando enclavado
el albergue a pocas cuadras de la Plaza de Armas, salimos a descubrir la ciudad
iluminada de noche y los restaurantes que estaban cercanos.
Elegimos
el “Chicha “, del famoso chef peruano Gastón Acurio, situado en la
Casona de Santa Catalina, una cuadra de casas coloniales con patios interiores
adornados de fuentes y
macizos de flores. Ofrecen platos
tradicionales arequipeños hechos a base de ingredientes clásicos pero
presentados de una forma sofisticada. Nos dejamos aconsejar por un joven maître
y tras el tradicional “pisco sauer”, el exquisito cóctel nacional, dimos buena
cuenta de un ceviche de pescado y una
costilla en salsa BBQ. Excelente cocina
regional, buen servicio y mejor atención. Le hicimos los honores a un magnífico vino
peruano, Tacama, y finalizamos con dos postres originales a cada cual más
suculento.
A la salida, el centro histórico iluminado
invitaba a pasearlo. Lo hicimos solo un ratito porque, al día siguiente, nos
esperaba una densa jornada que, además, sería la última de nuestro viaje por
este magnífico país.
Texto Julia Gómez Prieto
Fotos: JGP, Wikipedia y Google
Texto Julia Gómez Prieto
Fotos: JGP, Wikipedia y Google
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