lunes, 1 de abril de 2013

De Puno a Arequipa: El Cañón del Colca








Salimos temprano de Puno en dirección a Arequipa,  que en línea directa supone unas 5 horas de camino. Pero hoy nos toca dormir en el CAÑON DEL COLCA y por tanto,  haremos ese recorrido en dos jornadas.

En el trayecto admiraremos interesantes paisajes naturales del altiplano, salpicados por rebaños de llamas, alpacas, vicuñas y guanacos, y de vez en cuando algunas  vizcachas. Nos detenemos junto a la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, en cuya Laguna de Sakakani  podemos observar varios grupos de grandes  zancudas que se  bañan en las  orillas del lago. Es el llamado Mirador de los Flamencos y estamos ya a 4.450 metros de altitud.

La carretera es buena, de firme sólido, pero nosotros debemos desviarnos hacia caminos menos firmes, en ruta hacia el Cañón del Colca, que es nuestra meta. Para llegar iremos ascendiendo hasta casi los 5000 metros de altitud para después  descender de forma vertiginosa hasta el fondo del valle. Tras un recodo del camino, unos niños “pasean” a unos bebes de alpaca. Es parada obligada  para fotos y para contemplar la impresionante hondonada donde se asienta Chivay, capital del valle a donde nos dirigimos.   

Genesis del Cañón

El Cañón del Colca, uno de los más largos y profundos del mundo,   es en realidad una falla originada en los últimos tiempos del levantamiento andino y que los agentes erosivos y geológicos han ido remodelando  durante millones de años. Zona rodeada de “nevados “(volcanes de cumbres nevadas),  la cabecera del río Colca  está a más de 4.000 mts de altitud y nace entre dos colosos volcánicos: el Coropuna de 6.425 metros y el Ampato de 6.310. Desde allí va bajando en suave pendiente mientras sus tierras pasan de un uso ganadero a  un uso agrícola  hacia los 3.000 metros. A esa altura es cuando se estrecha el valle  y comienza realmente el cañón. 


Bancales y Colcas

Los “nevados “ alimentan el río y erosionan las fuertes laderas, lo que ha obligado al campesino desde épocas remotas al  cultivo en terrazas, que se aprecia en los lugares más anchos del valle y que forman curvas caprichosas para adaptarse al relieve. Estos bancales controlan el riego y la erosión y así las comunidades del Colca, los Cabanas y los Collaguas pueden  mantener los cultivos  que son su medio de vida. La palabra “Colca” es una expresión quechua que significa granero por las hoyas donde los pobladores guardaban el grano de sus cosechas.  


La Capital del Valle

CHIVAY es el centro neurálgico  de la entrada  al Colca; una comarca donde es fácil encontrar aguas termales, debido al vulcanismo latente en la zona. Aguas que van de sulfurosas a bicarbonatadas con temperaturas que pueden llegar hasta los 85°.  También abundan las  zonas de aguas provenientes del deshielo en forma de lagunas, presas, manantiales, cascadas…

Mercado de Chivay. Sombreros Cabana. Foto JGP

Precisamente, siguiendo aguas arriba del río está  LA CALERA,  con aguas ricas en sulfuro y hierro,  muy adecuadas para tratar el reumatismo y la artritis. Desde allí, ascendiendo  por caminos más difíciles, se llega a contemplar los castillos encantados de CALLALLI, preciosos bloques de órganos basalticos que parecen servir de puerta a la entrada del cañón.

Cuando llegamos nosotros, a primeros de diciembre,  la villa de CHIVAY estaba en fiestas y muy engalanada. Tuvimos ocasión de disfrutar del espectáculo un gran mercado local,  donde pudimos apreciar todo tipo de productos agrícolas zonales; especialmente la enorme variedad de papas, creo que son más de 20, que se cultivan en esta área.   Desde el mercado, cruzando la Plaza de Armas y la calle principal se accede al Puente del Inca sobre el Colca,  que pone en comunicación ambas orillas y que, a nosotros, nos puso en el camino de nuestro Hotel, el Colca Lodge, Spa & Hot Springs.

El Hotel Colca Lodge 


La carretera, que cruzaba por el pueblo de Coporaque,  era en algunos tramos sumamente tortuosa, pedregosa y estrecha. La entrada al hotel quedaba unos100 metros por debajo del camino, que había que recorrer  a pie, descendiendo por una pendiente igual de pedregosa, pues nuestro autobús no podía salvar el repecho. Los edificios del alojamiento, estaban ubicados sobre la ladera y había escaleras para llegar a las habitaciones. En resumen un acceso complicado para un hotel de su categoría, construido hace ya unos años. El conjunto, sin embargo,  en estilo rústico, es muy bonito y está emplazado en un entorno espectacular, sobre el río. Cuenta con un Spa natural que aprovecha las “colcas “de aguas termales, cercanas al cauce fluvial. ¡Todo un alivio tras el fatigoso camino ¡

A primera hora de la mañana, apenas amanecido, nos preparamos para el aspecto  más emocionante de este valle: descubrir el vuelo majestuoso del cóndor, el ave mítica que reina en estas alturas.  Desandamos el camino de la tarde anterior hasta Chivay y retomamos la calzada del valle, esta vez por la margen izquierda. La carretera era obviamente tortuosa, estrecha y pedregosa  a lo largo de  los 42 kms de ascenso continuado, que tardamos más de dos horas en recorrer, dado el estado de la vía y  las curvas continuas hasta el Mirador de la Cruz del Condor.

Los pueblos del valle

En el Colca hay diversos pueblos  escalonados  por las laderas del valle, todos ellos llenos de vida y colorido. La mayoría tienen iglesias de estilo barroco mestizo, de las más antiguas del Perú, adornadas con pinturas murales y valiosos cuadros de la época de la colonia. Destacan los buenos retablos que, además, han sido restaurados  recientemente, con ayuda española, según nos dijeron. Esta es la herencia de los franciscanos que llegaron por aquí a mediados del siglo XVI, poco después de la conquista para evangelizar el valle.

Lugares como YANQUE, MACA, etc., se sitúan junto al camino. En cada término los lugareños  ponen sus mercados con las más variopintas mercancías de colores fantásticos para atraer a los visitantes. Comida, ropas y artesanías alternan con muñecos, sombreros y abalorios de una ingenua belleza. Campesinos ataviados de vistosas indumentarias, y acompañados de  animales exóticos, se ofrecen para una foto, como siempre, mediante una gratificación.

El Mirador de la Cruz del Cóndor




Desde Maca aún  quedan 20 kms hasta el Mirador y se cruzan dos túneles en la roca viva... Uno de ellos  tiene 400 metros de largo y, según la tradición,  allí habita “el demonio de los socavones”. ¡Que razón tienen ¡   El MIRADOR DEL CONDOR  es  nuestro destino final y allí estamos a las 10 en punto de la mañana. Se ve que el cóndor no es madrugador.

Es esta la zona más angosta del cañón  y frente a nosotros el paredón rocoso, espectacular, tiene una profundidad de 3.200 metros desde su punto más alto. Allí habitan los Cóndores y allí esperamos pacientemente a que inicien su vuelo matutino. Cada día se juntan aquí varios autobuses y quizás porque había ya bastante gente… lo que quiere decir bullicio, el cóndor parecía negarse a salir. Mientras  se asomaba el ave, los vendedores hacían su agosto.

Por fin, un gran cóndor, salió de su nido rocoso,  a unos 300 metros por debajo de donde nos encontrábamos; se hizo un silencio total, casi religioso. El ave se fue elevando poco a poco hasta alcanzar nuestra cota y continuó hacia lo alto describiendo majestuosamente vuelos circulares, simplemente con sus alas extendidas, aprovechando las corrientes de aire que se elevan desde el fondo del angosto valle. En un momento determinado  enfiló el cañón en dirección al Océano y desapareció de nuestra vista.  ¡Realmente había merecido la pena el fatigoso ascenso y la paciente espera! Fue un momento inolvidable, un espectáculo de los que no se olvidan fácilmente.

El Cóndor, ave sagrada de  los Incas




El CONDOR es el ave voladora más grande del mundo con un peso de hasta 15 Kg. los machos y 11 las hembras. Su altura puede llegar hasta casi metro y medio y la envergadura de sus alas roza los 3 m de longitud en pleno despliegue.  Vuela altísimo aprovechando las corrientes térmicas cálidas ascendentes, de manera que pueden llegar hasta los 7000 m de altitud con una capacidad de vuelo de cientos de kilómetros, ya que apenas se cansa porque más que volar planea sobre el territorio con sus enormes alas extendidas que casi no se molestan en batir. Habitan en oquedades de las rocas siempre acantiladas e inaccesibles, donde forman colonias de importancia. Se alimentan siempre de animales muertos, son carroñeros lentos ya que adoran descubrir la prensa y sobrevolarla durante horas hasta que descienden a comer sus partes blandas. Los cóndores del Colca  a menudo bajan hasta el océano donde se alimentan de las placentas de los delfines bebes que han nacido por la costa.  





Aprenden a volar hacia los 2 años y se hacen adultos hacia los 5-6 años pero tienen una tasa de reproducción muy baja ya que solamente ponen un huevo cada 1-2 años. Por el contrario es una de las aves más longevas,  pudiendo alcanzar hasta los 50 años de edad. Es una especie amenazada y se trata de protegerla  en todos los lugares porque, además, forma parte de la mitología de los países andinos; era el animal sagrado de los Incas  y, por todo ello, está considerada como Patrimonio Cultural y Natural de Sudamérica.

Turismo de Aventura en el Colca

Desde la Cruz del Cóndor, el río Colca sigue por un angosto valle que, por tener unos 200 rápidos a lo largo de su curso,  es  un paraíso para los amantes de las “aguas bravas “. Al parecer es uno de los mejores lugares del mundo para realizar este deporte del rafting. Cuando el Colca se une al río Majes o a otros arroyos más, origina el río  Camaná que desemboca en el océano Pacífico precisamente por Camaná, al norte de Arequipa.  



Regresamos por la misma carretera pedregosa y estrecha hasta el Yanque, En este pueblo hubo sesión de fotos y compras. Las llamas y los aguiluchos, ayudan como ya hemos dicho,  a las economías familiares.  De regreso a Chivay, la Comida fue servida en el hotel Casa Andina Classic, amenizada por  un grupo musical que interpretaba los bailes y cantos propios del rico folklore  de esta zona.
Había que ascender de nuevo a la paramera  y hacer unas cuantas horas de autobús descendiendo hacia Arequipa,  por una ruta  atestada de camiones.  En el horizonte destacaban ya los tres volcanes: el Chachani, el Misti y el Pichu Pichu que vigilan, adornan y dominan la ciudad de Arequipa. Hacia las 6 de la tarde entrábamos en la “ciudad blanca “ que es el sobrenombre de esta magnífica ciudad del sur peruano. Cuando ya atardecía  la blancura de sus muros parecía querer retrasar el ocaso.

Cenando en Arequipa 

Nuestro hotel se ubicaba en la antigua Ceca del siglo XVII: el  Casa Andina Private Collection. Con dos hermosos patios cubiertos, salón, comedor y capilla, todo estaba amueblado en estilo barroco arequipeño de gran valor y elegancia. Era como un museo. Las habitaciones situadas en un bloque adherido, eran modernas. Estando enclavado el albergue a pocas cuadras de la Plaza de Armas, salimos a descubrir la ciudad iluminada de noche y los restaurantes que estaban cercanos.



Elegimos el “Chicha “,  del famoso  chef peruano Gastón Acurio, situado en la Casona de Santa Catalina, una cuadra de casas coloniales con patios interiores adornados de fuentes y macizos de flores.  Ofrecen platos tradicionales arequipeños hechos a base de ingredientes clásicos pero presentados de una forma sofisticada. Nos dejamos aconsejar por un joven maître y tras el tradicional “pisco sauer”, el exquisito cóctel nacional, dimos buena cuenta de un  ceviche de pescado y una costilla en salsa BBQ.  Excelente cocina regional, buen servicio y mejor atención.  Le hicimos los honores a un magnífico vino peruano, Tacama, y finalizamos con dos postres originales a cada cual más suculento.
 A la salida, el centro histórico iluminado invitaba a pasearlo. Lo hicimos solo un ratito porque, al día siguiente, nos esperaba una densa jornada que, además, sería la última de nuestro viaje por este magnífico país.  

Texto Julia Gómez Prieto
Fotos: JGP, Wikipedia y Google

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