Mostrando entradas con la etiqueta Europa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Europa. Mostrar todas las entradas

jueves, 21 de junio de 2018

Bragança, un pedazo de España en tierras portuguesas... y viceversa



La ciudad fue escenario de conflictos y hoy de entrañable amistad 




Situada allá donde se unen el Tras os Montes portugués con la española Zamora, Braganza –Bragança en la lengua de Camôes– ha sido testigo de interminables luchas entre los dos pueblos vecinos, ha pertenecido durante 60 al reino de España, desde Felipe II hasta Juan II de Bragança, y ha dado nombre a una de las familias con más linaje de Portugal, cuyos condes actuales son los aspirantes al trono del país luso.  

Una de sus ilustres ciudadanas, Bárbara de Braganza, fue reina de España al casarse con Fernando VI, fundó el convento de las Salesas en Madrid, donde reposan sus restos, junto a los del rey. Bragança es Portugal, claro, pero la cordialidad de sus gentes, la calurosa acogida al forastero hacen que uno se encuentre como en casa. 

El Castillo de Braganza


El espectacular  castillo preside  el núcleo urbano medieval .


Recuerdo de aquellos turbulentos tiempos es su espectacular y bien conservado castillo, que preside la ciudad y el núcleo urbano medieval dentro de sus murallas. En ellas se intercalan quince torres y tres puertas, en las que se destaca la Torre da Princesa, antigua dependencia de la Casa dos Alcaides, que esconde la leyenda de una princesa hecha prisionera, y la Puerta de la Vila que acoge a quienes visitan el castillo. Lo mandó construir en 1409 D. João I, sobre los cimientos del anterior, edificado por el primer rey de Portugal, Alfonso Henríquez.  

No es mal lugar para comenzar el recorrido por esta villa que guarda muchas sorpresas. Nada más entrar en la ciudadela o plaza de armas por la Puerta de la Vila, se descubre la primera de ellas en la Picota, que tiene como base un verraco lusitano que recuerda los orígenes celtas de la región y también a esculturas parecidas que aparecen en muchos lugares de España, con los Toros de Guisando como mejor símbolo. 

La ciudad a los pies 


En la gigantesca Torre del Homenaje, que en la Edad Media vigilaba las fronteras, se obtiene hoy una vista preciosa de la ciudad y del amplio horizonte de montañas que la rodean. En su interior, el Museo Militar cuenta la historia del castillo y buena parte de la de Portugal. Entre dagas, espadas, rifles y pistolas desde el siglo XIII hasta la Primera Guerra Mundial, y piezas de las campañas africanas de Portugal a fines del siglo XIX, destacan los artículos personales de Gungunhana, un rey tribal que se rebeló contra el imperio portugués y vivió sus días en el exilio en las Azores. 

En la ciudadela también se encuentra la Iglesia de Santa María, en la que destaca el techo de bóveda de cañón de madera pintada que representa la Asunción de María y el espléndido altar barroco en la capilla principal.

Interior de la iglesia de Santa María, en la ciudadela.


Al lado está la Domus Municipalis, ejemplar de arquitectura civil románica único en Portugal. Con la forma de un pentágono irregular, está compuesta por una cisterna abovedada sobrepuesta por una galería amplia con ventanas alrededor, que se ha identificado como el lugar de reunión de los "hombres buenos" del consejo. 

También se conserva un antiguo conjunto de casas medievales de calles estrechas y pequeñas viviendas encaladas de blanco.  En una de estas casas se encuentra el original y un poco abigarrado Museo Ibérico de Máscara e Do Traje, que alberga una fascinante y colorida colección de máscaras y atuendos que se utilizaban para celebrar los antiguos festejos de origen pagano del solsticio y el Carnaval y otros festivales de la región, que incluye también a localidades zamoranas. 

La zona nueva 


Fuera de las murallas, la ciudad creció hacia el oeste, conservando casas nobles y monumentos religiosos como la Catedral, la Iglesia de San Vicente, la Capilla de la Misericordia o la Iglesia de Santa Clara, entre otros muchos conventos e iglesias. Se conoce como la ciudad nueva, aunque no lo sea tanto. 

La iglesia da Sé o Catedral de Braganza. Frente a ella la Picota


Su Catedral, la Igreja da Sé, fue construida durante el siglo XVI por iniciativa del Ayuntamiento y con el apoyo del duque D. Teodósio. Destaca su pórtico renacentista que incorpora algunos elementos barrocos en la fachada lateral norte. El interior está bastante decorado, destacando el arco triunfal con las armas de la ciudad, el altar mayor de talla dorada del s. XVIII y los retablos laterales, de la misma época. 

Los Museos


Recorriendo sus tranquilas calles salen al paso bellas casas solariegas, palacetes, blasones que adornan regias fachadas, paneles de azulejos, fuentes, casas en arco, cruceros y, una vez más, pequeñas y grandes iglesias y conventos. Pero lo que más sorprende en esta relativamente pequeña ciudad es la cantidad y calidad de sus museos.

El Museo Ibérico de la Máscara y el Traje


Entre ellos, además del mencionado Museo Militar y el de Máscaras en el castillo, destaca el Museo Abade de Baçal, magníficamente instalado en el antiguo Palacio Episcopal, que cuenta con una valiosa colección que da a conocer la historia religiosa, social, política, económica y artística del Nordeste Transmontano y la memoria del antiguo Palacio Episcopal. Recibe su nombre en homenaje al sacerdote Francisco Manuel Alves (1865-1948), Abad de Baçal, hombre erudito, interesado en la investigación histórica y artística de la región, que contribuyó enormemente a la concepción y construcción de este museo.


Vista exterior del Museo " Abade de Baçal"



Casi al lado está el Centro de Arte Contemporáneo Graça Morais, un proyecto arquitectónico diseñado por el arquitecto Souto Moura, galardonado con el prestigioso premio Pritzker 2011. Presenta obras de esta famosa pintora contemporánea y otras colecciones de artes plásticas, en un programa expositivo frecuentemente renovado y reforzado por otras iniciativas pluridisciplinares como programas educativos, talleres de práctica artística, espectáculos, actuaciones y actividad editorial. 

También muy próximo se encuentra el Centro de Interpretación de la Cultura Sefardita, justo enfrente de una antigua sinagoga, recuerdo ambos de la importante presencia judía en la ciudad. 

En las afueras, el Centro Ciência Viva de Bragança está instalado en un histórico molino de agua y junto a su vecina planta hidroeléctrica en el río Fervença se han convertido en un centro interactivo de ciencias y un museo para niños. 

La Gastronomía



Y si tanta visita provoca el apetito, no hay que preocuparse, se está en el lugar ideal. La gastronomía de Braganza destaca por la calidad de sus productos, con sabores y aromas que parecen exhalar de los paisajes de donde provienen. 

Botelo y casulas, un plato mítico de la gasstronomía braganzana


Además de miel, setas y castañas, que son sus productos más apreciados, la suculenta ternera mirandesa –ganado que pasta en las verdes praderas– no necesita más que una pizca de sal y brasas en el punto correcto para ser servida. Como las chuletas de cordero y el cabrito de Montesinho, de rebaños alimentados con hierbas de los montes. Los platos de caza se confeccionan en los tradicionales potes, calentados en fuego siempre encendido, de donde salen aromáticos estriados y opulentos arroces que traen a la memoria antiguos paladares. Sin olvidarse de la popular Feijoada à transmontana con numerosos ingredientes.

En la mesa transmontana nunca faltan los embutidos, elaborados con conocimientos ancestrales. A la chimenea se curan añoradas, chorizas, salpicones, jamones, chorizos de miel, y también el típico butelo (que recuerda el botillo leonés) que, acompañado por las casulas (cáscaras de frijol secas), es protagonista del festival gastronómico realizado en la ciudad a mediados de febrero.  

Un entorno privilegiado 


Braganza disfruta de un entorno natural privilegiado


Antes de abandonar, para luego volver, la ciudad de Bragança, hay que transitar tranquilamente por el paseo pedestre, recientemente beneficiado del Programa Polis, que une las faldas del castillo con la zona antigua, bordeando en buena parte el río Fervença. Un delicioso recorrido al que solo le falta renovar el pasamanos de madera, podrido por la humedad, una de las prioridades del activo y simpático alcalde de la villa, Hernani Dias, en los próximos meses. 

Para disfrutar el entorno en que se encuentra Bragança, hay que acercarse al Parque Natural de Montesinho, donde se respira un aroma rural por todas partes. Son unas 74.000 hectáreas de picos de granito, verdes prados, páramos y bosques. Suaves colinas, surcadas por valles donde corren los ríos entre chopos, alisos, sauces, bosques inmensos de roble negral, castaños y encinas, caracterizan el paisaje de este Parque en el que se encuentran aldeas de casas tradicionales con paredes de pizarra o de granito que se funden con el medio. A veces, su presencia prácticamente no se intuye, en una sintonía casi perfecta entre el hombre y la naturaleza.  

El predominio de pizarras y calcáreo en las mesetas y granito en lo alto de la sierra de Montesinho constituye la diversidad geológica de este espacio que, junto con sus variantes climáticas, origina una flora muy variada, hábitat ideal para animales como el lobo, el jabalí, el corzo, el venado y cerca de 240 especies de fauna que se sienten en seguridad en el parque. 

Casas  típicas de Río de Onor, localidad fronteriza, mitad portuguesa y española


En el parque natural, justo en la frontera con España, está Rio de Onor, pueblo fronterizo pastoral, mitad español, mitad portugués, que parece podría ser un museo al aire libre. La configuración remota y la dureza del entorno local ayudaron a dar lugar a una forma distintiva de hacer las cosas, descrita como una "aldeia comunitária"

Conserva en funcionamiento los más variados equipamientos utilizados en común por toda la población desde el horno del pan, la fragua, dos molinos de agua, el lavadero, los pastos e, incluso, el toro de la aldea que cubre a todas las vacas. Casi todo lo que se necesita para sobrevivir, incluido el ganado, las tierras de cultivo, las herramientas y los hornos de pan, es compartido por los aldeanos, y se espera que todos contribuyan. Además de un sistema de autogobierno, Rio de Onor incluso desarrolló su propio dialecto, ya desaparecido. 

Más información: www.turismo-braganca.com   

Texto Enrique Sancho. Open Comunicación

jueves, 8 de febrero de 2018

Bulgaria II. Sofia la atractiva y desconocida capital del país de las rosas.



Sofia, a los pies del Monte Vitosha, Parque Natural y lugar de esparcimiento de los sofiotas


Sofia, los búlgaros lo pronuncian así, acentuada en la primera sílaba, es la capital de uno de los países más pobres de la Unión Europea y uno de los últimos incorporados, en 2007, junto a su vecina Rumanía. Sin embargo, no es una sensación de penuria lo que uno aprecia cuando pasea por sus calles. 

Con  1.300.000  habitantes, un urbanismo moderno, de amplias avenidas y espaciosas plazas,  una magnífica arquitectura clásica y moderna, parques y jardines frondosos, y un ritmo calmado, nos recordó  la España de los años 80 del pasado siglo. 

Situada a una altitud de 550 metros, en medio de un gran valle, entre dos cadenas montañosas, dominada por la mole omnipresente del  Monte Vitosha,  es también la ciudad más grande del país. Su clima  templado-continental,  se caracteriza por  inviernos fríos y níveos, y veranos frescos y agradables. 

Una historia  antigua, rica y variada

La ciudad se encuentra estratégicamente ubicada en un cruce de caminos, entre Europa y Asia,  y por ello estuvo habitada desde la más remota antigüedad. Atraídos por sus cálidas aguas termales, ya en el siglo VIII a.C., se establecieron en esta zona los Tracios de la tribu Serdi. En el siglo IV a.C. los Macedonios de Filipo y Alejandro Magno ocuparon la ciudad. En el siglo I d.C, tras ser conquistada por el Imperio Romano, se convirtió en la próspera urbe de Ulpia Serdica.  Con el emperador Trajano, pasó a ser el centro administrativo de la región. Más adelante, el emperador Constantino el Grande la enalteció y  apreció de tal manera que  llegó a afirmar : "Sérdica es mi Roma". Fue uno de los primeros centros  de la nueva religión oficial  del Imperio, la cristiana. 

Museo Arqueológico al aire libre en el Largo, con las ruinas de Ulpia Serdica. Foto ww.travelpotpourri.net



Tras las invasiones bárbaras de los Hunos y la caída del Imperio de Occidente, la urbe quedó arruinada durante casi un siglo. Experimentó un segundo periodo de esplendor, formando parte del Imperio Bizantino, durante el reinado del emperador Justiniano el Grande (527-565).  

Sofia adquirió su nombre actual a finales del siglo XIV, adoptando el apelativo de su símbolo y templo principal, la Basílica de Santa Sofía. En 1382 fue conquistada por los Turcos Otomanos, que la ocuparon durante 500 años, periodo en el que la ciudad fue decayendo paulatinamente. Liberada con la ayuda de las tropas rusas del Zar Alejandro II, el 4 de enero de 1878, fue declarada capital del Principado de Bulgaria primero y del nuevo Estado búlgaro más tarde. En 1944 fue liberada por el Ejército Rojo y se convirtió en la capital de la nueva República Popular Socialista de Bulgaria.  

Vestigios de la Historia.  Basílicas, Mezquitas y Sinagogas 

A lo largo de la historia, pasaron por Serdica y Sofia todos los pueblos invasores: Tracios, Griegos, Romanos, Hunos, Bizantinos, Eslavos, Turcos, etc. y cada uno dejó su impronta en la ciudad.  Allí donde se excave,   aparecen por doquier ruinas antiguas,  por lo que la ciudad moderna se construyó en torno y  alrededor de sus tesoros arqueológicos. El pasado de Sofia, especialmente el romano,  sale al paso del visitante,  en muchos rincones urbanos. 

Como es lógico cada uno de  esos pueblos invasores dejó vestigios de sus creencias y cultos.  Por ello encontraremos esparcidas ruinas de templos paganos o basílicas romanas cristianas,  junto a mezquitas, iglesias ortodoxas y sinagogas

Ruinas romanas bajo la Mezquita otomana de Banya Bashi


Aunque la mayoría de los búlgaros se declaran hoy en día cristianos ortodoxos, uno de cada 10 es musulmán, herencia de los antecedentes turcos.  En el centro de la capital encontramos la Mezquita de Banya Bashi, construida en 1576, sobre las ruinas de antiguas termas romanas, durante la dominación otomana. Destacan el minarete y la  gran cúpula.

En Sofia  existe también, muy cerca de la mezquita,  la  Sinagoga, una de las mayores de Europa, construida en estilo neo árabe  en 1909. La ciudad acogía en esa época  una importante comunidad hebrea, de casi 50.000 personas, la mayoría de origen sefardita, que permaneció hasta después de la II Guerra Mundial. Bulgaria  fue el único país europeo que,  aliado de Alemania y soportando fuertes presiones, no entregó ningún judío  a las autoridades nazis, para ser exterminados en los campos de concentración. Tanto el Patriarca Ortodoxo Stefan I, como el rey Boris III, jugaron un papel importante en esta decisión. De hecho, este último murió en extrañas circunstancias en 1943, al regreso de un  conflictivo encuentro con Hitler. 

Monumento de Santa Sofía, patrona de la capital


La ciudad de Sofia, lleva el nombre de la Santa Sabiduría, Sofía, que en la tradición bizantina es madre de tres hijas: Fe, Esperanza y Amor.  El monumento a Santa Sofía, su patrona, construido en 2001, está situado en el mismo lugar en el que se encontraba la estatua de Lenin durante la época comunista. La escultura, de 8 metros de altura, en bronce y cobre, es obra del escultor Georgi Chapkanov y se levanta sobre un pedestal de 16 metros de altura. El brillo dorado de la estatua se distingue a distancia y marca el eje medio  de la ciudad, pues está emplazada en la confluencia de dos importantes arterias  de la urbe, la calle Vitosha  y la Avenida de Todor Alexandrov. 

Sofía también puede presumir de sus manantiales,  que durante siglos atrajeron a nuevos pobladores. Hay más de 40 fuentes urbanas,  en las que se puede beber agua mineral, muy saludable.. 

Una visita de la ciudad 


Nuestro primer día en Sofia amaneció nevando. Era muy hermoso contemplar  la capital despertándose  cubierta por un manto blanco, desde  una habitación en el piso 14 de nuestro hotel. Nos abrigamos convenientemente y partimos sin arredrarnos, para la aventura de descubrir una ciudad bajo la nieve. 

La iglesia Rotonda de San Jorge

La iglesia de San Jorge, del siglo IV,  es el edificio más antiguo de la ciudad


El autobús nos dejó en las proximidades de la iglesia Rotonda de Sveti Giorgi.  Este templo, la iglesia Redonda de San Jorge, tiene fama de ser el edificio más antiguo de la ciudad. Está ubicado, en un sorprendente contraste, en medio de un patio de manzana, cerrado, rodeado de edificios modernos de la Administración y el Hotel Balkan,. 

Ocupa la parte central de las ruinas de unas antiguas termas romanas de la ciudad de Ulpia Sérdica. Aquí se levantó en el siglo IV, esta pequeña basílica cristiana,  probablemente sobre los restos de un templo pagano. Destaca en su exterior su cúpula cilíndrica y su acabado en ladrillo. Los frescos del interior, tanto en la nave como en el techo de la cúpula, son muy interesantes, aunque de factura medieval. Los turcos, cuando ocuparon la ciudad, la convirtieron en mezquita y, de nuevo volvió a ser iglesia cristiana con la independencia del país, en el siglo XIX. 

La Presidencia, el Museo Arqueológico  y el Largo

La salida de la visita  de este conjunto de templo y ruinas,  se hace por la Plaza de Atanas Burov.  Aquí se ubica la sede de la Presidencia de la República, donde cada hora,  se realiza el vistoso y marcial cambio de guardia, que atrae a muchos turistas. 

El Largo, un diseño urbanístico y arquitectónico de la etapa socialista. Al fondo, la antigua sede del Partido Comunista


Frente a Presidencia se encuentra el Museo Arqueológico Nacional, que guarda interesantes colecciones del pasado tracio, griego y romano, principalmente.   Al otro lado de la Avenida se halla la Plaza Nezavisimost o de la Independencia. Se encuentra en el centro del denominado Largo , un conjunto arquitectónico de tres edificios que corresponden al estilo llamado socialista o estalinista,  de los años 50 del siglo XX. Destaca la mole neoclásica de la antigua sede del Partido Comunista Búlgaro. Sobre el frontis de grandes columnas corintias,   sobresale la torre rematada por una gran aguja. Encima de ella, y hasta la caída del antiguo régimen, coronaba el edificio una enorme estrella roja. Ahora, ondea allí la bandera nacional y el edificio acoge oficinas del Parlamento de la República y centros comerciales

.Desde aquí tomamos el Bulevar del Tsar Osvoboditel, es decir del Zar Liberador, cuyo nombre hace referencia la actuación del Zar de Rusia, Alejandro II,  en la liberación de Bulgaria contra el Imperio Otomano en 1878. Es una arteria importante del centro de Sofia, donde se sitúan notables instituciones culturales, como  la Galería de Arte Nacional, el Museo Etnológico  y  tras unos jardines  el Museo de Historia Natural. Todos ellos quedan a nuestra izquierda. 

La Iglesia Rusa de San Nicolás el Milagroso



La siguiente parada fue una bella sorpresa : la Iglesia Rusa, llamada de San Nicolás el Milagroso,  una joya arquitectónica que parece inspirada en  un cuento oriental.  La iglesia fue erigida en el emplazamiento de la mezquita de Saray, destruida tras la liberación de Bulgaria.  Se construyó para ser la iglesia oficial de la embajada y la comunidad rusas de Sofia. La obra se inició en 1907 siendo consagrada la iglesia en 1914. Hoy en día es una de los templos ortodoxos más bellos  de la capital. Con un estilo inspirado en las iglesias rusas del siglo XVII, destacan las cinco suntuosas cúpulas exteriores revestidas de oro.

Justamente enfrente de la Iglesia Rusa,  almorzamos en el restaurante Corso, bastante bien por cierto. Desde aquí proseguimos nuestra visita tomando a nuestra izquierda la calle Rakovski y más adelante,  a la derecha la calle Oborishte. Allí descubrimos una hermosa perspectiva de la fachada principal de  la Catedral de Alexander Nevski, hacia la que nos dirigimos.

La Basílica de Santa Sofía y el Monumento al Soldado Desconocido

Interior de la Basílica bizantina de Santa Sofía


Aquí nos encontramos dos lugares simbólicos de la ciudad y del país. A nuestra izquierda, apenas escondida tras unos árboles se encuentra la iglesia de Santa Sofía, Sveta Sofia, la segunda más antigua de la capital búlgara después de la Rotonda de San Jorge. Es una primitiva basílica bizantina construida en el siglo VI, en la época de Justiniano. En el siglo XIV, la iglesia dio su nombre a la ciudad, hasta entonces conocida como Serdica. Bajo el dominio otomano, se transformó en una mezquita y solamente volvió a ser templo cristiano después de la liberación. 

La iglesia de Santa Sofía es una de las muestras más valiosas de la arquitectura de los primeros cristianos del sudeste de Europa.El interior, severo, es de planta de cruz latina, con tres altares. El piso está cubierto con mosaicos paleocristianos. 

En el exterior encontramos el Monumento al Soldado Desconocido, que conmemora a los soldados búlgaros muertos en las diferentes guerras. La llama eterna arde en su memoria, no lejos de la gran escultura de un león, una alegoría nacional. 

Curiosamente esta zona de la ciudad tiene el pavimento pintado en un color ocre amarillo, para destacar el hecho de que su adoquinado fue sufragado por el emperador austriaco Francisco Jose I, con ocasión de su visita oficial el año 1907. 

La Catedral de Alexander Nevski 



La catedral de Alexander Nevski es una de las mayores de Europa y desde luego el auténtico símbolo de la ciudad. Debe su nombre a Alexander Nevski, al santo de la Iglesia Ortodoxa y príncipe ruso del siglo XIII, que luchó por la independencia del país y es un símbolo nacional. Fue sufragada esta catedral por el zar Alejandro II, para conmemorar la ayuda decisiva prestada a Bulgaria, que permitió al país liberarse del yugo otomano después de cinco siglos de ocupación.

La catedral es grandiosa por fuera, con una torre de 53 metros y una preciosa cúpula central bañada en oro, siendo las restantes cúpulas en cobre verde. Todo el edificio, obra del arquitecto ruso Pomerantsev, domina una inmensa plaza circular que le da mayor realce. Es una mezcla de estilo ruso y neo bizantino que forma una elegante composición.

La Catedral de Alexander Nevski conmemora la Liberación de Bulgaria del Imperio Otomano en 1878


En su interior caben en torno a 5.000 personas, si bien en las grandes celebraciones, toda la plaza se llena al completo de fieles. Dentro la atmósfera es plenamente ortodoxa y sus paredes están cubiertas de iconos, cuadros, en oro y plata, todas de principios del siglo XX, además de otras decoraciones en mármol, ónix y pinturas murales. El iconostasio, que en las iglesias ortodoxas separa a los feligreses del altar principal, es de mármol y su fachada está repleta de iconos de santos. Casi a sus pies está la Cripta, cuya colección de Iconos merece una visita. Tiene dos Tronos, uno para el Patriarca y otro para los Reyes que curiosamente, ninguno ha utilizado.Los Velatorios están a dos niveles: los altos para los fieles y los bajos para los muertos. Todas las velas son cortas y delgaditas, diseñadas, según creo, para que duren un solo día. 

Detrás de la catedral se encuentra la Galería Nacional de Arte Extranjero, que suele ofrecer exposiciones de artistas mundialmente famosos. De regreso a la Avenida Tsar Osvoboditel encontramos el edificio neoclásico que alberga el Parlamento o Asamblea Nacional, y frente a él, el Monumento a caballo del Zar Libertador, Alejandro II. 

El Mercadillo Navideño 

Es esta un costumbre habitual en la Europa central y oriental que,  al margen de su función práctica de vender productos decorativos y gastronómicos de Navidad, presta un aspecto evocador y típico  al centro de las ciudades.  



En Sofia, en el Parque Cristal, los jardines situados entre el Museo Arqueológico y la Iglesia Rusa, se instala cada año el Mercadillo de Navidad más importante. Tuvimos ocasión de realizar una curiosa visita

No era significativa   la oferta de figuras tradicionales del Belén, que no es una  tradición búgara,  pero la propuesta de productos decorativos y gastronómicos navideños era amplia y atractiva. Tomamos vino caliente especiado, algo que ya conocíamos en Centro y Norte de Europa; riquísimo y reparador en épocas frías como esta. Hablamos con Papa Noel y saludamos a gente interesante que regentaba los puestos de venta, artesanos como Nicolás, un búlgaro que había residido 10 años en Madrid y ahora elaboraba productos de chocolate con formas muy variadas, como las de herramientas de carpintería. Más tarde  en un café situado en los bajos del Museo de Arqueología , degustamos un delicioso chocolate a la taza con churros. Buen final para un nevado pero delicioso día.   




viernes, 26 de enero de 2018

Las Islas Azores 6. Los " Impérios " y la Gastronomía en Terceira


Recogemos en esta entrada otros dos aspectos interesantes de la Isla Terceira. Uno de ellos referido al rico patrimonio de la arquitectura popular religiosa, de gran y antigua tradición. El otro relacionado con un tema fundamental para el visitante, la sabrosa y variada  gastronomía isleña .

Los Impérios do Espirito Santo  

Imperio das Quatro Ribeiras, Praia da Vitória.


Al margen de la arquitectura de todo tipo que ya hemos explicado, si algo nos ha llamado la atención en las Azores y especialmente en Terceira, han sido los llamados “ Impérios do Espírito Santo “. Son unos pequeños edificios a modo de oratorios o  capillas de culto, coloridos, elegantes, de un cierto aire "naif", de raigambre popular, y sobre todo muy originales, porque resultan insólitos y tienen una tipología única en el panorama arquitectónico azoriano. Aparecen de improviso, principalmente en núcleos urbanos, en lugares estratégicos, como cruces o esquinas. 

Aunque los hay  en todas las islas del archipiélago, los más importantes y numerosos son los de Terceira,  con un total de 68 edificios que fueron construidos entre 1670 y 1998. Levantados, como se ve,  a lo largo de  tres  siglos y  hasta fechas bien recientes.

Por lo general, son edificios exentos, con una superficie de unos 30 metros cuadrados, escalinatas de acceso,  una puerta frontal y ventanas decoradas en todo su contorno,  terminando la construcción en arco apuntado, y sobre él la efigie del Espíritu Santo.  En su interior, el fondo se destina a un altar en escalones, muy decorado con flores y plantas, donde se expone la “ representación” del Espíritu Santo. A menudo junto al altar hay una especie de despensa donde guardar – durante los días de la feria- los alimentos para el festejo. 

Imperio dos Quatro Cantos en el Barrio Antiguo de Angra. Foto exploreterceira.com


En la parte alta oeste de Angra, en la esquina de las calles Recreio dos Artistas y Travessa do Moreira topamos con el primer "Império" que veíamos en la ciudad. Es el llamado Dos Quatro Cantos.  Nos encantó por su primoroso aspecto. 

En mi opinión el más bonito lo encontramos en Sao Sebastiao donde, casi al lado de la bella iglesia colonial del mismo nombre,  está uno de los " Impérios"   más encantadores de la isla. Tiene fama de ello y es del año 1918; pintado en tonos verdes. También al descender del Obelisco en Outeiro da Memoria,  en Angra, nos sale al paso el Imperio de Outeiro , el más antiguo de la isla, que data del año 1670.  

Cabe preguntarse cómo llegó a las Azores este culto popular del Espíritu Santo. Parece que fue la reina Santa Isabel de Portugal, hacia finales del siglo XIII,  y con la ayuda de los franciscanos, la que introdujo esta devoción en el Portugal continental. Más adelante, cuando llegaron los colonos al archipiélago,  la costumbre fue muy utilizada  como  estímulo de protección, debido al aislamiento que sentían los habitantes de estas islas en aquellos tiempos. Más tarde, esta devoción fue llevada a las colonias en América, sobre todo a Brasil. 

El Império en la villa de Sao Sebstiao, de primorosa decoración,  data de 1918


En la festividad del Espíritu Santo, tienen lugar importantes celebraciones. especialmente con dos ceremonias : las “ funçôes ” y los “ bodos ”; ambas en cierto modo relacionadas. Se dan limosnas a los necesitados y hay cantos y festejos muy interesantes desde el punto de vista etnográfico. Se distribuye pan y vino junto al " império ", mientras se expone la corona del Espíritu Santo. Con ofrendas, comida y música se cierra la celebración cada año.

Disfrutando de la buena mesa  

Ya hemos citado algunos de los mejores restaurantes de la ciudad de Angra como O Chico, el Beira Mar,  la Tasca das Tias ó  el Marcelino.  Sin olvidar el Rocha en Porto Judeu y el Beira Mar en Sao Mateus ( junto al Museo de las Ballenas ).

Además de las recetas tradicionales, en Terceira los placeres de la mesa incluyen lógicamente sabrosos platos cocinados con el pescado recién capturado en las aguas del entorno,  y la carne  tierna y sabrosa del ganado vacuno, que pasta plácidamente en los prados de la isla.  

Lapas al grill, un plato sencillo y delicioso


El pescado forma parte de la dieta habitual de los azorinos, del que se puede encontrar en el propio  mercado una amplia variedad: atún, congrio, pargo, sardina, pez espada, bocanegra, calamares... todos ellos  deliciosos cocinados a la brasa o a la plancha (grelhado). La  Caldeirada, plato contundente donde los haya, es frecuente en cualquier restaurante  de las Azores ( al igual que en Portugal ); también  el pulpo y el célebre bacalao que, en este caso, no es oriundo sino importado desde el continente.  

Mención aparte se merecen los crustáceos, moluscos y mariscos. Algo nunca visto son las "cracas", literalmente percebes, aunque el aspecto no tiene nada que ver con los que conocemos en. la Península. Este crustáceo también  vive en colonias, como nuestro percebe,  pero toma la apariencia de la roca en la que habita. Solo cuando se les abre un orificio se encuentra un delicioso manjar,  así que comerlo es toda una experiencia llena de paciencia, con recompensa. Nunca los habíamos visto, pero en Azores son  frecuentes en los restaurantes. Estupendas son también las lapas con arroz y los cabacos  un género de langosta, pero sin pinzas.  


La caldeirada de pescado, una especialidad azorina llena de color y sabor 

En cuanto a carnes , hay una gran variedad de platos elaborados con la "materia prima" de ese “ganado feliz” que se ve pastando en los prados insulares.  Un plato popular y autóctono, contundente, es la  Alcatra ó estofado de ternera con col, bacon y muchas especias que se cocina en una cazuela de barro. Es curioso el bitoque  o filete pequeño con un huevo encima. Del  embutido vernáculo sobresale la linguiça, especie mixta de salchicha y chorizo, generalmente de ave, servido con ñame, un tubérculo familia de la batata. 

Sobre quesos los hay frescos de cabra y el ya conocido " Queijo Vaquinha",  en la única industria  quesera de la isla. En dulces hay gran variedad,  pero los más conocidos son las “ Donas Amélias”, unos pastelitos deliciosos en los que se mezclan  la miel de caña y la canela, pasas  y cidras. También  los buñuelos que se solían hacer en los conventos. 

Dona Amélia, un delicioso dulce terceirense, toma su nombre de la última Reina de Portugal


Por lo que respecta a los vinos, destaca  el precioso “ vérdelho”  de Biscoitos, vino fresco afrutado o seco, y ligero, que acompaña perfectamente un plato de marisco o pescado;  y también el vino de “cheiro“, un tinto que es tradicional en los días de fiestas populares. Aunque no son locales, encontramos excelentes vinos portugueses continentales de las denominaciones  Dao, Douro, Alemtejo... sin olvidar los Oporto y los de Madeira..

Exposición de vinos locales en Praia da Vitoria


En fin, como se ve, hay donde elegir...y disfrutar.