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domingo, 20 de noviembre de 2011

La Ruta de la Seda: Bujara (II)



Después de esta intensa mañana nos encaminamos a reponer fuerzas, y qué mejor que hacerlo “al borde de un estanque” ó Liabi – Hauz . Este lugar que ya visitamos la noche anterior en nuestra cena, cambia su aspecto totalmente de la noche al día. Con la luz del sol, todo se refleja en el agua del hauz, cobrando nueva vida. 

Un bosquecillo de moreras, plantadas en el año 1477 (¡), rodea tres lados del estanque y, bajo su sombra, las mesas de un restaurante, los divanes de madera y las alfombras, se llenan de gente casi todo el día. Cada hora tiene sus visitantes, pues es lo habitual tomar el té, conversar o jugar al ajedrez.  

 

Encontramos a un grupo de turistas alemanes comiendo muy cerca de un diván, donde se sentaban unos ancianos de vestimenta y barbas blancas, que cubrían sus cabezas con el típico gorrillo uzbeko. Era un conciliábulo de Aksakal (literalmente “los barbas blancas”) que ejercitan las relaciones sociales cotidianas con sus vecinos del Malhalla ó vecindario. ¿Quien no recuerda – hasta hace unas décadas - en nuestros pueblos, los corrillos de señoras sentadas a la puerta de sus casas que, cada atardecer, comentaban los “sucedidos” de aquel día?. Pues en un país en masculino singular, esta misión de cotilleo público la realizan los hombres.

El Conjunto Liabi - Hauz 


El atractivo monumental de este lugar lo conforman  tres hermosos edificios, todos del siglo XVI: dos medersas y una khanagha. 

La Medersa Koukeldach data de 1568 y es la mayor de Bujara, así como el primer elemento que se levantó en esta plaza. Una fachada grande y pesada oculta un complejo sistema de bóvedas. En época soviética fue un centro de mujeres, con la idea de luchar contra un bastión masculino como son las medersas. Hasta hace pocos años fue la Oficina del Censo, y actualmente acoge dos grandes tiendas de artesanía y souvenirs. Es el edificio lateral mas retirado del hauz y no lo visitamos. 

Dos edificaciones aparecían situadas frente a frente, separadas por las moreras y el hauz. Las dos llevan el mismo nombre: Nadir Divanbegi. El término Divanbegi es el equivalente al título de Gran Visir ó ministro de Finanzas. Por lo que Nadir, el ministro de hacienda del Imán Kouli Khan, fue el promotor o mecenas de la construcción, tanto de la medersa como de la khanagha; con ello demostró su gran fe, puesto que ambas obras eran para uso religioso. 

La Khanagha Nadir  fue construida al mismo tiempo que el estanque, hacia 1602, y en realidad es una mezquita cruciforme, más bien cuadrada y con solo cuatro hujra, y una bella fachada dorada al igual que el mihrab muy decorado. Toda la belleza interior se diluye entre las numerosas tiendas de recuerdos para turistas, que cubren los muros con cuadros y telas. 



La Medersa Nadir data de 1630 y muestra una espléndida fachada con 12 hujras así como un enorme portal diferente a cuantos hayamos visto hasta ahora. Parece ser que su destino inicial era servir como caravansarai, edificio del que Nadir pensaba sacar sustanciosas ganancias, pero… para halagar al imán Kouli-Khan lo transformó finalmente en medersa. 

En los tímpanos del arco de su inmensa fachada, aparecen representados dos pájaros extraños, cuya disposición  recuerda lejanamente la de los dos leones ó tigres que adornan la fachada de la Medersa de Chir Dor, en el Registán de Samarkanda, y manifiestan igualmente un herético uso de las figuras de animales en el arte islámico. Sea cual fuere su uso de antaño, esta Medersa alberga hoy un centro de artesanos, en cuyo patio/jardín un restaurante ameniza sus comidas con música y danzas. Para nuestro grupo hubo, además, un desfile de modas, en la cena de la noche anterior.

El protagonista del Liabi-Hauz es el estanque que fue construido en 1602 como el mayor aljibe de Bujara, alimentado directamente por el Canal real (Chah Roud) que aún atraviesa la ciudad antigua. Al igual que en Bolo-Hauz, los aguadores llenaban sus odres de cuero para vender el agua por la ciudad. 

A menudo el estanque desprendía un hedor pestilente. La gente se bañaba, bebía y – quizás también “desbebía” – en este “hauz”,  lo que criaba muchos parásitos en sus aguas estancadas. Era un embalse de agua y también “piscina” para todos.... No es extraño que en los años 1920-30 se produjeran en Bujara epidemias de tifus, que obligaron a vaciar el hauz y no fue rellenado hasta el año 1960. Hoy sus aguas tienen un tono verde de musgos y su uso es meramente paisajístico.


El cuarto lado de Liabi está formado por numerosos edificios de 1 ó 2 plantas – los Caravansarai - con patios interiores y varios subterráneos, donde en tiempos se cuidaba de los camellos y se almacenaban las mercaderías. Hoy en día albergan buenas tiendas donde comprar sedas, ropas, alfombras, objetos de metal, joyería, dibujos y pieles. Las de astracán y otras pieles, tanto en negro como rubias o blancas, nos parecieron de buena calidad y diseño y a precios asequibles. 


Siguiendo la calle de estas tiendas, se llega a una plaza donde en 1930 los arqueólogos excavaron una construcción anterior al siglo XII que fue reconvertida posteriormente en una mezquita, la más antigua de Bujara; se trata de Magok-i-Attari


La leyenda de este lugar es muy bella: allí existió en tiempos paganos, un templo dedicado a la diosa Luna, que era considerada protectora de los pueblos nómadas, a los que iluminaba el camino en los viajes nocturnos. Mas tarde fue un mercado de ídolos de arcilla y de madera, que se mezclaban con las especias y hierbas medicinales. Hoy Magok-i-Attari esta rodeada de un foso de 4,5 metros de alto y es un Museo de Tapices.

Las estrechas calles de aquella zona forman el pequeño Barrio Judío, a donde llegaron sus habitantes atraídos por el comercio, y en donde debían de pagar una tasa de Infieles por practicar su religión. A unos 300 metros de Liabi-Hauz existe una discreta Sinagoga; la mayoría de los judíos actuales solo hablan ruso y tayiko, apenas el uzbeko, pero no han podido desplazarse a vivir en Israel por falta de medios económicos. 


El Conjunto POI KALIAN

 



Tras el almuerzo bajo las centenarias moreras de Liabi-Hauz, la siguiente sorpresa de aquella tarde fue Poi Kalian. Regresamos hacia la Fortaleza d´Ark, para encontrarnos en el centro religioso de Bujara la Santa. Poi Kalian ó “pedestal del más grande “, es un complejo de tres elementos: una mezquita, una medersa y un minarete. Forman entre si el conjunto monumental más majestuoso e impresionante de Bujara. Y allí, el gran minarete es el símbolo de la ciudad. 


El Minarete Kalon Kalian


Domina la ciudad desde sus 48 metros de altura, más otros diez de los cimientos y tiene un diámetro de nueve metros. Son cifras espectaculares para una edificación que comenzó siendo una modesta torre en el año 919; que se amplió en el 1068 pero se desplomó sobre la mezquita aledaña, produciendo una masacre de fieles. Fue en 1127 cuando el regente de Bujara, Arslan Khan, mandó levantar el minarete más alto que el mundo hubiera nunca conocido. 

Así nació el actual Kalian al que, según la tradición, se añadió al material de mortero, nada menos que leche de camella, yema de huevo y sangre de toro (supuestamente esta sangre le aportó el colorido rosáceo de sus muros). Todo esto le dio una gran consistencia y así se convirtió en la torre aislada más alta e imponente de su época. Y lo cierto es que impresiona por grande y por airosa. 

La base es octogonal y muestra diez anillos de ladrillos barnizados, que se rematan en una galería circular con 16 ventanales decorativos, a la que se puede ascender por 105 escaleras , estrechas y de caracol. Nadie de nuestro grupo se atrevió con ellas, aunque nos imaginamos al muecín subiéndolas - y bajándolas - cinco veces al día para llamar a la oración. Alguien preguntó al guía si el almuédano no recibiría sobresueldo por semejante hazaña diaria. 

A este minarete se asomó Gengis Khan cuando conquistó Bujara en el año 1220, y se dirigió a una aterrorizada multitud con esta afirmación demoledora: "Soy el enviado de Dios para castigar vuestros pecados".  

La imagen que conjura una crónica de la época citando el decreto mongol, nos sigue pareciendo terrorífica: "Todos los habitantes, acompañados de sus mujeres y sus hijos, deberán salir hacia el campo, dejar en sus casas todos sus bienes y no llevar con ellos más que lo puesto. [Se trataba, al parecer, de censar a la población, y por la mañana, los ciudadanos cumplieron las órdenes]. En número eran dos o tres veces más numerosos que los efectivos enemigos. Los mongoles, acompañados por los intérpretes, pasaron primeramente entre la muchedumbre informándose de si entre ellos había algún artesano y preguntando el oficio que ejercían. Después, agruparon a éstos aparte... Finalmente, los mongoles buscaron a las mujeres hermosas, las jovencitas y los niños, y los aislaron... Las mujeres fueron violadas ante los ojos de sus padres, y el resto de los habitantes - salvo los hombres jóvenes que podían servir de esclavos y los artesanos - fueron asesinados en el lugar. Cuando los mongoles volvieron hacia las calles desiertas y abandonadas, cuando se dispersaron entre las casas y hubieron cargado sobre sus caballos todos los objetos saqueados, la ciudad comenzó a arder por los cuatro costados". 

Más tarde, en época de Tamerlán, el minarete fue conocido como “torre de la muerte”, pues se utilizó también como cadalso de manera que, desde su cima, eran arrojados al vacío los convictos condenados a muerte. Según la tradición, si el reo era una mujer – generalmente condenada por adulterio – se la encerraba en un saco para que, por decoro, la caída no levantara sus faldas. Ni que decir tiene que los condenados eran intocables y se les dejaba morir solos sobre el pavimento.


La Mezquita Kalian



El minarete Kalian está unido al tejado de la mezquita del viernes. Esta pareció ser construida para albergar a toda la población de Bujara, puesto que caben en su interior hasta 12.000 personas; es la mezquita más antigua de Asia central y la segunda del país por capacidad, solo superada por la Bibi- Khanum de Samarkanda. 

El gran pórtico que da entrada al inmenso patio es una maravilla del siglo XVI, cuando fue reconstruida porque su estado había llegado a ser lamentable. Recientemente ha sido totalmente restaurada y su aspecto es imponente. Personalmente me trajo a la memoria la gran mezquita de Keruan en Túnez, aunque es indudable que la tunecina no es tan antigua ni tiene las bellas cúpulas azules de la uzbeka. El gran Patio está rodeado por 208 columnas que sostienen 288 pequeñas cúpulas que dan sombra a los soportales. 




Entre la escasa gente que deambulaba por este patio, apareció una pareja de ancianos acompañados de dos niños. Los abuelos iban bien vestidos con trajes tradicionales, y parte del grupo “se abalanzó“ sobre ellos. Las máquinas los captaron “en libertad” y es seguro que la imagen de estos amorosos viejecitos, ha merecido un lugar de honor en las revistas de nuestros periodistas profesionales, así como los muestra aquí nuestra foto personal. Saliendo de nuevo a la plaza exterior, el pórtico de la mezquita Kalian encuadra a distancia otro pórtico casi gemelo, el de la medersa Mir-i-Arab. Dos construcciones soberbias que enmarcan la gran explanada presidida por el inmenso minarete. 




La Medersa Mir-i-Arab 


Actualmente  ésta medersa es la más prestigiosa de Asia central, y conforma la vanguardia del renacimiento islámico en Uzbekistán. Fue construida en 1535 por el Khan Ubaidullah y según la leyenda, fue costeada con la venta de 3.000 esclavos persas, y diseñada por Mur-i-Arab de quien tomó el nombre. Ambos personajes – el Kahn y el arquitecto – están inhumados bajo una de las elegantes cúpulas azules del edificio. 


Su fachada es mucho más espectacular que la de la mezquita que tiene enfrente. La mezquita Kalian nos sorprende por su patio, pero Mir-i-Arab nos fascina por su fachada; probablemente la más monumental de cuantas hayamos visto hasta ahora. Un gigantesco pórtico dotado de logias interiores, se centra en dos cuerpos de hujras dobles, rematados por dos torretas en ambos extremos. Completan el conjunto dos elegantes cúpulas azules a ambos lados del portal. Todo parece un inmenso escenario teatral,  por el que deambularon los miles de estudiantes que a lo largo de su historia vivían en la medersa y rezaban en la mezquita. 

Alguien hizo cábalas sobre los cinco años de estudios: unas 20.000 veces cruzaron ( en ambos sentidos ) la explanada para sus cinco rezos cotidianos. Fue imposible asomarnos al patio. Unos 120 alumnos estudian allí el árabe, el Corán y la teología para convertirse en Imanes, tras los 5 años oficiales. 

Abandonamos la plaza Kalian y entramos en un pequeño bazar, con buena oferta de joyería en plata, cuya vía central nos condujo hasta una plaza arbolada donde destacaban los edificios de dos medersas. 

La Medersa de Ulug Beg, el príncipe astrónomo que ya conocimos en Samarkanda, está sometida a un fuerte proceso de restauración, debido al mal estado que aún presenta su patio interior. Justo enfrente de ella, se levanta la medersa de Abdulaziz Khan, edificio de un mayor porte aunque muy escaso de decoración de mosaicos. Su patio interior, cubierto con una gran cúpula rebajada, ha sido recuperado como espacio artesanal para la venta de elementos textiles.


De regreso hacia el autobús que nos esperaba en Liabi -Hauz, aún cruzamos por otro bazar donde la oferta de cerámicas era abundante, variada y tentadora. Muy pocos de nosotros nos resistimos a comprar platos, fuentes y jarras, que ahora adornan las mesas en nuestros hogares. La visita de Bujara llegaba a su término frente a la Magok-i-Attari, con una última ojeada al estanque Hauz, auténtico corazón turístico de esta increíble ciudad.


Fotos: Liabi-Hauz, Aljibe y Restaurantes. // Tienda de alfombras en un Caravansarai // // Patio de la Mezquita Kalian // Ancianos con niños en el Patio de la Mezquita Kalian // Puesto de cerámica en el Bazar. Todas realizadas por Julia Gómez Prieto, autora del Blog.
Foto del Conjunto Poi Kalian con el minarete en el centro. Wikipedia

viernes, 9 de septiembre de 2011

La Ruta de la Seda: Bujara (I)



 

Bujara, una joya escondida


A medida que avanzamos en nuestro viaje por Uzbekistán los lugares que descubrimos son cada vez más valiosos. Ya conocemos los adjetivos que se han dedicado en la historia a la ciudad de Samarkanda. Pues ni uno menos ha recibido Bujara ó Bukhara. Es la santa, la noble, cima del Islam, pilar del Islam, la belleza del espíritu... Ha sido llamada la más secreta de las ciudades caravaneras, la mejor preservada ciudad del oriente, la ciudad más interesante del mundo... Ciudad más pequeña que Samarkanda, con poca industria y muy restaurada por la UNESCO, Bujara es una secreta joya escondida.


Toda la visita de Bujara te acerca al esplendor de lo que fue en otros tiempos. Personalmente he de decir que si bien Samarkanda me encantó, Bujara me impresionó. Es la ciudad de las Medersas, de las escuelas coránicas, una especie de ciudad – seminario levítica, que debió de estar en tiempos absolutamente repleta de profesores y estudiantes del Corán y... de mercaderes.

Casi en cada esquina aparece una medersa; unas cerradas, otras en restauración y solo una en activo; casi en cada esquina existe un Mercado ó un Caravansarai. Los Mercaderes de la Ruta se alojaban en estos Caravansarai, prácticamente los hoteles de aquella época, en donde tenían hospedaje, se custodiaban sus mercancías y se cuidaba de sus camellos; y casi por doquier están los “hauz “ó “reservoir “ó grandes albercas que surtían de agua a la población.

Las Medersas, todas clausuradas por los soviéticos, fueron en tiempos los grandes seminarios islámicos, ya que la ciudad se transformó en el siglo IX en uno de los mayores centros culturales del mundo musulmán, por lo cual se la conocía entonces como la cumbre del Islam. De ese siglo en adelante fueron surgiendo las mezquitas y minaretes, las medersas y todo tipo de arquitecturas destinadas al culto de Alá. Se dice que llegó a tener más de 200 medersas y una multitud de mercados.

Bujara, ciudad de Mercados


Uzbekistán es un país de Mercados, de los que pueden distinguirse claramente dos tipos:

- Mercados Clásicos.- los bazares, con “mares” de pequeñas cúpulas que cubren otro “mar” de calles interiores, plagadas de pequeñas tiendas especializadas en casi todo. Al estilo del Bazar de Estambul ó el de Damasco. 



- Mercados Modernos.- totalmente nuevos, cubiertos, blancos, limpísimos, solo “iluminados” por los colores de las vestimentas femeninas. Son los kolhozes donde cada cual ofrece los productos que cultiva o elabora. Vimos el de Samarkanda junto a la mezquita de Bibi Kanum y el de Bujara cerca del templo del Agua de Job.

 Una visita de Bujara


Un intenso día nos puso en contacto con Bujara. Según el excelente mapa de la Ruta de la Seda que acababa de comprar, Bujara conserva actualmente 21 medersas, 24 mezquitas, 5 mausoleos, 8 conjuntos monumentales, 4 bazares, 10 museos, 4 mercados kolhozes y algunos edificios descatalogados. Como ciudad Patrimonio de la Humanidad desde el año 1990, tiene unos 140 edificios monumentales protegidos por ley. ¡Demasiado para verlo todo en día y medio!
 
Tras aposentarnos y descansar un rato en el Bukhara Palace (un 4 estrellas al que le sobran dos cuando entras al cuarto de baño), hacia las 6 de la tarde fuimos al lugar donde íbamos a cenar: el conjunto Liabi-Hauz. Era el atardecer y el lugar era bonito y sorprendente; en el centro un hauz ó enorme estanque rodeado por tres medersas, unos jardines y un buen numero de caravansarais. El conjunto era muy curioso por los numerosos edificios del entorno, la hilera de tiendas con buenos productos artesanos y no muy caros; una curiosa hilera de esculturas de camellos descansando, un restaurante con grandes divanes de madera... y todo ello rodeando una alberca (el hauz) grande y profunda, con las aguas verdes de musgo y plantas en el fondo.

Sin duda era un lugar mágico, uno de los lugares mas originales y exóticos que había visto ¡Con razón prácticamente a todos los turistas los reúnen allí para comer, cenar y por supuesto comprar! Esa noche la cena se sirvió en el patio central de la medersa Nodir Divanbegi, mientras un desfile de moda uzbeka con fondo de música popular, amenizaba nuestro refrigerio. El patio era en realidad un mercado de artesanía donde destacaba la tienda de modas de una diseñadora rusa. Pero hasta el día siguiente, cuando regresamos para el almuerzo, no descubriríamos la realidad tanto comercial como monumental de Liabi-Hauz.

El Mausoleo de Ismail Samani




Esta impresionante tumba es el edificio más antiguo de Bujara, perfectamente conservado en su estado original gracias a la arena del desierto. La genial idea fue recubrirlo totalmente de arena hasta que “desapareciera“ a los ojos de los invasores y convertirla en una gran duna a las puertas del desierto. Así lo encontró el arqueólogo ruso Chichkina en 1934, bajo toneladas de tierra y arena que lo habían protegido del tiempo y de los hombres. Varias tumbas exteriores fueron convirtiendo el lugar en un cementerio sagrado llamado Parque Kirov, donde los habitantes de Bujara acompañan a sus muertos cada semana. Por eso mismo, hay una zona especial para que jueguen los niños; es decir un parque infantil similar a los nuestros pero dentro del camposanto.

El mausoleo, edificado en ladrillo natural de color arena, es un sobrio y sólido cubo de principios del siglo X, que lleva el nombre de su fundador – Ismail Samaní - , aunque contenga también los restos de su padre Akhmed y de varios descendientes de la dinastía Samánida. Este edificio representa el universo, con adornos de círculos solares y grandes contrafuertes, que asientan sus esquinas. Acostumbrados a la suntuosidad, colorido y decoración, tanto externa como interna, de los edificios de Samarkanda, este mausoleo no resalta demasiado en la lejanía. Visto de cerca es un encaje magnífico el que se ha hecho con simples ladrillos, y asombran los dibujos geométricos conseguidos con ellos.

La cúpula semiesférica es sencilla y más compleja en su interior con unas esquinas abocinadas – trompas- muy adelantadas para su época, con arcos en ángulo. Cabe recordar que estas trompas las usará el románico europeo a partir del siglo XII aproximadamente. Tiene cuatro fachadas idénticas de casi 11 metros de lado. El enladrillado geométrico se corona con una galería de 10 pequeñas ventanas (en cada lado) que dan luz y ventilación a la estancia.

Según la tradición, el cubo representa la Kaaba ó piedra sagrada de La Meca que simboliza la tierra y que está coronada por el universo ó cúpula, como imagen del cielo. Los muros tienen 2 metros de grosor y ha resistido terremotos sin inmutarse. Cambian de tonalidad según la hora del día y se aconseja verlo al comienzo o al final de la jornada de visita. Nosotros lo vimos temprano por la mañana y tenía un tono dorado suave; el atardecer el conjunto se contagia de los tonos rojizos del crepúsculo. Dejando atrás el mausoleo y los jardines del parque Kirov, se alcanza una amplia plaza donde aguardan tres sorpresas.



El Mausoleo de Tchachimaï Ayyub o Fuente de Job



 
Su nombre deriva del profeta Job quien, según la tradición, hizo manar aquí una fuente con solo tocar la tierra con su bastón. Construido al borde del pleno desierto, hoy está rodeado de jardines, en realidad una prolongación del parque Kirov. Es un edificio pequeño, modesto y desprovisto de toda ornamentación, tanto externa como interna. Tiene una cúpula exterior cónica típica del siglo XIII, de la escuela de Khoresm.

Está totalmente restaurado y hoy es un Museo del Agua, que explica básicamente los ambiciosos canales extraídos del río Amur Daria para el riego de los campos de algodón (ver el tema del Algodón en Uzbekistán, ya tratado en este mismo blog). Los uzbekos y los tayikos evitan en general la visita del museo y prefieren acercarse a la fuente de Job, de la que siguen bebiendo por sus legendarias propiedades curativas.

A escasos metros se levanta un edificio moderno y extraño que encontramos cerrado. Se trata del Memorial Al-Boukhari que rinde homenaje al personaje más famoso de Bujara, un célebre erudito musulmán sunita persa del siglo IX.

Justo al lado de esta plaza se encuentra el Mercado kolhoze de Bujara. Bazar blanco e inmaculado cuya portada tiene una columnata copiada de la mezquita a la que ahora nos estamos dirigiendo.

 La Mezquita Bolo Hauz




Cada vez estamos más cerca de la Fortaleza ó antigua ciudad vieja de Bujara. El guía nos cuenta cómo el Emir pasaba desde la fortaleza a esta mezquita de Bolo Hauz por un sendero cubierto de tapices – una auténtica “ alfombra roja” - para cumplir los preceptos del viernes. El conjunto comprende, además, el minarete y el gran estanque ó hauz.

Lo más impresionante de esta mezquita son las dos filas de columnas (20 en total) en madera labrada que sostienen la portada abierta para el verano: un “iwan” estival. Con una altura considerable, 12 metros, las columnas tienen capiteles de mocárabes ricamente labrados, que sostienen una techumbre también en madera – similar a los alfarjes mudéjares españoles- con dibujos geométricos y florales multicolores. El interior es tradicional y solo destaca el plafón central en dorado. La belleza está en el exterior y merece una contemplación pausada.

Un Minarete exento, del año 1917 y de pequeño porte, se yergue junto a la mezquita, y ambos se reflejan en el Hauz o gran alberca que completa el conjunto. El iwan ha sido cuidadosamente restaurado y es, quizás, el más grande, más alto y más bello de toda Asia Central. Por cierto que, durante años, esta mezquita fue utilizada por las autoridades soviéticas como un club para trabajadores.

Esta bella plaza era la favorita de los vecinos de Bujara en los días de gran calor. También proveía de agua a la ciudad, pues los Aguadores que llenaban allí sus odres de cuero, recorrían las calles y mercados de Bujara, vendiendo agua. Justamente al otro lado de esta plaza, los rusos construyeron una Torre para el agua, levantada en hierro (que recuerda vagamente el estilo Eiffel) y de gran altura que ahora, dotada de ascensor público, permite contemplar una panorámica aérea de la Fortaleza de Bujara.


La Fortaleza de L´Ark





Este recinto corresponde a la primitiva ciudad medieval, que rodeada por sus impresionantes murallas,albergaba todo lo necesario para la vida... del Emir de Bujara: palacio, harem, mezquita, administración, plazas, almacenes, tesoro, moneda, y el barrio de los esclavos. Llegó a tener en tiempos hasta 3000 habitantes. En 1920, los bolcheviques entraron en su palacio bajo la sospecha de ocultar un inmenso tesoro en oro y joyas, pero solo encontraron una ínfima parte, porque el grueso del tesoro ya se había transferido al extranjero. El último Emir de Bujara (descendiente directo de Gengis Khan) fue Muhammad Alim Khan que con 40 años – en 1920 – inició su exilio dorado en Afganistán hasta su muerte en 1944. En la foto adjunta vemos al Emir antes de su salida de Bujara.


Los muros de esta ciudadela de 800 metros de longitud tenían una altura entre 16 y 20 metros y hoy se ha restaurado 10 cubos de la muralla. La monumental entrada es de 1742, y tiene forma de rampa que se cierra con unas grandes puertas de madera, enmarcadas por un gran arco; todo ello protegido por dos bastiones unidos por medio de un balcón que, guarnecido con ventanas en forma de pórtico, era el lugar que ocupaba el cuerpo de guardia.


La rampa de acceso al portalón interior lleva hasta un gran pasillo en curva al que bordean hileras de pequeños comercios. Difícilmente el visitante puede librarse del asedio de los vendedores, que le avasallan con los géneros más variopintos: librillos, inciensos, bufandas, cerámicas ... llegan a tus manos mientras tratas de avanzar hacia la plaza interior de la ciudadela donde nos espera la mezquita y el guía. Este largo pasillo fue en tiempos parte de la cárcel y celdas, sobre todo para los esclavos, hasta su abolición en 1886.


La mezquita de la fortaleza está en restauración, para destinarla a usos museísticos, y solamente vimos la portada que tiene unas buenas columnas de madera en forma de champiñón. La visita continuó por la Sala del Trono, un gran recinto abierto en forma de gran iwan de tres lados donde tenían lugar la coronación sobre un trono de mármol de los nuevos imanes. Otras dependencias son un Museo regional y el Pabellón de Música. Todo el resto de la Fortaleza sigue en restauración en el momento de nuestra visita.

Al otro lado de la ciudadela se situaba el Zindan y el guía nos contó cosas muy truculentas que nos quitaron las ganas de visitarla. Fue lugar de refinadas torturas que se practicaban aún en pleno siglo XIX. Los prisioneros son hoy maniquís que teatralizan los sufrimientos de todo tipo y a cada cual más cruel. El peor, el Pozo Negro, de 6 metros de fondo y cerrado con hierros. Allí los cautivos, encadenados de pies, manos y cuello, recibían desde arriba su alimento una vez por semana, solo los viernes, que era el día de oración, limosna y caridad. No hubo tiempo de visitar el Zindan pero, solamente de oírlo, ya teníamos el corazón encogido.

Antes de regresar a comer a Liabi-Hauz , aún nos quedaba una deliciosa sorpresa.


La Medersa Chor Minor 



Chor Minor cuyo nombre significa cuatro minaretes, es una joya oculta. Pequeña, simétrica y bonita es, además, muy joven pues data de 1807, construida gracias al mecenazgo de un rico mercader turkmeno. Es una recóndita medersa fijada por los 4 minaretes que están coronados por unas pequeñas cúpulas de tono azul claro. Estas torrecillas, de solo 17 metros de altura, son meramente decorativas, pues sólo una de ellas tiene escalera de acceso a la primera planta, que es la sala de la cúpula central, donde existe una interesante biblioteca de libros antiguos. Un pequeño hauz adorna el entorno que tiene espacios adosados de la antigua madrasa. Según la tradición los cuatro minaretes de Chor Minor representarían a las cuatro grandes religiones monoteístas de Asia, además del Islam, el judaísmo, el cristianismo y el budismo.

Chor Minor está en una zona algo apartada del centro de Bujara, un pequeño barrio cuyo asfaltado es deplorable. Entre el laberinto de calles de aquel lugar, descubrimos un “hotel con encanto”, Mekhtar Ambar, que parecía bien mantenido y atractivo. No pudimos contrastarlo en su interior. 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Ruta de la Seda: La Ruta Real entre Samarkanda y Bujara


 La Ruta Real o Chah Rah, forma una parte fundamental de la Ruta de la Seda en Uzbekistán, puesto que une las dos principales ciudades de la Transoxiana, Samarkanda y Bujara. En otros tiempos este trayecto lo realizaban los mercaderes con sus camellos en una semana, descansando en plena ruta en los Caravansarais existentes; como ejemplo visitamos cerca de la ciudad de Karmana, los restos del Caravansarai Rabat-i-Malik, del que destaca su impresionante portal. 

 

La Ruta Sur 


Había en tiempos dos caminos: por la parte norte o por la sur. La ruta meridional cruza por la ciudad natal de Tamerlán que es Chakhrisabz - la villa verde, por sus abundantes jardines - a solo 80 kms de Samarkanda, y que acaba de celebrar el 2.700 aniversario de su fundación. Por estos caminos, solían pasar las tropas y tanques rusos, en dirección sur hacia Afganistán, hace ya bastantes años. La ruta termina en Termez, ciudad fronteriza entre ambos países. Quizás por eso la ruta norte es la más utilizada por los turistas.

La Ruta Norte 


Entre Samarkanda y Bujara existen varios medios de locomoción; al menos uno puede desplazarse por carretera o bien en avión ó ferrocarril. Nuestro grupo tenía previsto desplazarse en tren, pero los billetes disponibles no alcanzaban para todo el grupo. Así una decena de nosotros elegimos hacer el viaje en autobús por la Ruta del Sur ó carretera que seguía el valle de Zeravchan.

El trayecto entre ambas hermosas ciudades uzbekas es de unos 300 kms. A bordo de un confortable autobús y la compañía de nuestro guía favorito, Mahmud, recorrimos este camino acompañados por un coche patrulla de la policía, que nos iba abriendo el paso. Nunca supimos realmente si la escolta era por seguridad o por considerarnos visitantes importantes.

Ya he dicho varias veces que Uzbekistán es ( o al menos lo parece ) un país seguro, y en donde a los turistas se les cuida bien. También es cierto que una “troupe” de 60 periodistas y escritores de turismo, no visita  el país todos los días…. Así que nuestra patrulla nos daba al mismo tiempo, compañía, seguridad y honores.

Las pequeñas ciudades que cruzamos eran sencillas, limpias y parecían bien organizadas. A orillas de la carretera principal siempre se encontraba el hospital y la escuela, lo cual daba unas buenas referencias. Las mezquitas, casi todas pequeñas, se desperdigaban por diversas zonas que intuimos eran los diferentes barrios de cada lugar. También se situaban las gasolineras que eran abundantes y con buen aspecto.

No hay que olvidar que Uzbekistán tiene petróleo en el valle de Fergana situado en la esquina noreste del país y el resto lo importa de Rusia. Además, de todos los “Tanes”, es decir las repúblicas centro asiáticas de la antigua URSS, la de Uzbekistán es una de las más ricas en petróleo. Asimismo es autosuficiente en gas y lo exporta a sus países vecinos; e incluso se lo vende a Rusia para que, posteriormente, esta se lo revenda a la Unión Europea por medio de su compañía Gazprom. En Karmana existe además una central térmica.

Navoi y los Campos de Algodón 

 

 

La primera parte de la ruta pasaba por Chojuy, Baxoro y Shabob hasta llegar a Navoi. El paisaje era de frutales y hortalizas, regadas desde varios embalses ó “reservoir”. También cruzamos por los campos de algodón de las granjas estatales y el autobús se detuvo para que tomáramos contacto con las bolas blancas y esponjosas que salen de la planta del algodón. Un grupo numeroso de hombres y mujeres, recogía la cosecha y pronto se acercaron a nosotros amables y sonrientes, mientras nos obsequiaban con bolas de algodón natural que, por cierto, no son tan suaves como cabía imaginar.

Las mujeres iban vestidas con coloridos trajes estampados de pantalón, larga blusa y un turbante o una cinta en la cabeza. Este adorno de cabeza no tiene ningún sentido religioso, sino que es una protección contra el sol y el polvo de la plantación.

La provincia de Navoi, cuya capital cruzamos, tiene 700.000 habitantes y es una región rica con industrias químicas y extracción de oro; tiene central térmica; aeropuerto internacional y además el ferrocarril. La carretera es buena… a trechos, y sigue el valle de Zeravcham, así como la línea férrea.

Nos despedimos de las “algodoneras” y continuamos viaje. Nuestro guía Mahmud aprovechó para darnos interesantes informaciones sobre su país, contestando a numerosas preguntas nuestras. Veamos cómo es la vida común de los uzbecos.

 La Sanidad en Uzbekistán


Al igual que en la época rusa existe un hospital en cada núcleo de población y la atención es gratuita. Desde 1991 ( año de la independencia ) existen clínicas privadas que tienen una alta tecnología pero también un costoso pago por los servicios médicos. En Tashkent existe una de estas clínicas por cada barrio de la ciudad. Lo que no paga el Estado son los medicamentos que no parecen escasear, a juzgar por las abundantes farmacias (Dorixona) existentes. Sin duda por tradición milenaria se usa mucho la medicina naturista que utiliza hierbas y productos de la naturaleza, generalmente elaborados en Uzbekistán, aunque muchos provienen de la India donde la medicina Ayurvédica tiene su centro principal. Existen enfermedades respiratorias por efecto del algodón. Y la insalubridad de las aguas, desaconseja comer verduras crudas y ensaladas. 

La Familia 

 

Los uzbekos se casan jóvenes , siendo la edad mínima para ello los 16 años. La mayoría matrimonian antes de los 23 años, en una sociedad donde las mujeres trabajan, tanto dentro como fuera del hogar. En cuanto a la Natalidad, se sitúa por término medio en 2-3 hijos por pareja, siendo pequeña la mortalidad infantil. La baja por maternidad es de 3 años; siendo el primer año sin sueldo y los dos siguientes al 50% del salario.


El Divorcio se sitúa en un 25 % de las parejas casadas, y no es tan fácil de alcanzar por la protección que el Estado quiere dar a los hijos. Cuando un matrimonio pide el divorcio, se les obliga a repensar su situación durante seis meses. Y en caso definitivo de separación, los hijos siempre se quedan con la madre, mientras sean menores de 16 años.

Como antigua zona tribal, Uzbekistán ha practicado la costumbre de arreglar el matrimonio entre las familias y la futura pareja se conocía apenas unos días antes de su boda. Este hecho tan extraño para nosotros, se sigue practicando en las zonas rurales, si bien los novios no van totalmente a lo desconocido, porque las familias tratan de emparejar a jóvenes conocidos con una cierta afinidad. Así se suele hablar de un matrimonio consentido más que de uno amañado. En las grandes ciudades esto ya ni se contempla. Allí la mujer- que es el 70% del alumnado universitario y que trabaja en un alto porcentaje – ya no transige con esta rémora del pasado.


Algo también desaparecido es la Poligamia que fue abolida por los rusos; si bien algunos jerifaltes de linaje musulmán, la mantuvieron hasta bien entrado el siglo XX. Más de 25 concubinas llegó a tener el Emir de Jiva hasta el año 1920. Las Bodas son muy festejadas y bastante caras, según lo contado por nuestro guía Mahmud de la suya propia durante nuestra visita en Tashkent. (Ver la referencia en otra entrada de este blog )

Los Salarios y la Jubilación


Salarios: El sueldo mínimo en Uzbekistán es de 200 dólares pero está permitido ser un pluriempleado , aunque casi nadie tiene más de dos trabajos. Un profesor universitario , por ejemplo, puede asistir 3 días semanales a sus clases y además trabajar en otro lugar o empresa. En cuanto a la Jubilación – siendo la esperanza de vida media relativamente alta, el fin de la vida laboral se fija en 60 años para los hombres y 54 para las mujeres, si bien se puede seguir trabajando a discreción.

La Alimentación

 

 

Sobre la Alimentación los viajeros hemos observado varias cosas. No compran trigo porque son autosuficientes, si bien reconocen que la harina de Kazajstán es mejor que la suya. Cultivan arroz en Korizom ( Jiva) y también en Fergana. Es un alimento muy barato que permite “paellas” muy variadas. Las frutas y verduras son muy buenas y frescas y forman parte de la vida cotidiana de los uzbekos. Cada vez que el grupo se sentaba a comer, la mesa tenía unos platillos con ensaladas y verduras crudas (jamás vimos verduras cocidas) que parecían decirnos “cómeme” y que con harto dolor apenas se tomaban e incluso ni se probaban, por un problema que el gobierno uzbeko desea acometer de inmediato : la depuración del agua en este país es aún una asignatura pendiente.
Tras unas cinco horas de autobús Bujara apareció ante nuestros ojos.

Copyright Fotos de Julia Gómez Prieto