Eran las
6 de la mañana, cuando apenas
acababa de amanecer y ya iniciábamos nuestra salida de la agradable Hostería de
Abraspungo en Riobamba, donde habíamos pasado la noche. Teníamos por delante una hora y media de
camino, cerca de 100 Km., hasta la
población de Alausí , donde nos esperaba
una experiencia muy interesante: un corto pero sorprendente recorrido en tren,
probablemente único en su género en el
mundo.
El Ferrocarril Trasandino
El Ferrocarril
Trasandino ha sido la principal vía férrea de Ecuador. Su construcción fue promovida inicialmente por el presidente
Gabriel Garcia Moreno, el mismo que impulsó la edificación de la Basílica del
Voto Nacional en Quito. Su objetivo era unir el altiplano, desde la capital del país ,Quito, con la principal ciudad
costera y puerto del Pacífico ecuatoriano, Guayaquil. Fundamentalmente para el
tráfico de mercancías y subsidiariamente también de pasajeros.
Con el tiempo, diversos factores como el efecto climático, un mantenimiento deficiente y la construcción
de la Carretera Panamericana, lo fueron dejando fuera de uso y últimamente ya solo quedaban en funcionamiento
algunos tramos que se destinaron finalmente al disfrute turístico.
La Nariz del Diablo
El más famoso y emocionante de todos estos
tramos, es el que une las estaciones de Alausí y Sibambe, a través de la llamada Nariz
del Diablo. El tren salva un vertiginoso precipicio de casi 800 metros de
altura, de roca maciza y cortada a pico. Fue precisamente por aquel lugar, por
donde los ingenieros norteamericanos responsables de la construcción del
ferrocarril, idearon la toma de
contacto entre la Sierra y la Costa. Esta escalofriante bajada desde Alausí, a 2.347 mts de altitud, resolvió definitivamente la citada conexión.
La cuestión era cómo trazar una vía férrea por una pared casi
vertical, sin posibilidad de curvas......La ingeniosa solución fue la
construcción de una trocha en zigzag. Pero vayamos por partes.
La pequeña historia del ferrocarril
El 17 de junio de 1897, el gobierno
ecuatoriano presidido por Eloy Alfaro, firmó un acuerdo para la construcción del "ferrocarril más difícil del mundo",
con los contratistas norteamericanos A.
Harman y E. Morely, creándose la Guayaquil
and Quito Railway Company. Las obras dieron comienzo en 1899.
Por lo que respecta al altiplano, el
ferrocarril llegó a Riobamba en 1905 y en 1908 a Quito. El trazado se había previsto
por la región interandina, es decir por
la Avenida de los Volcanes. Desde Durán, a orillas del río Guayas, no lejos de
Guayaquil, se
había iniciado a su vez, la obra del tramo costero. Cuatro mil trabajadores, jamaicanos en su mayoría, participaron en la construcción del
ferrocarril. Muchos de ellos sucumbieron
a las duras condiciones ambientales: las enfermedades, las fallas del terreno,
los animales peligrosos y sobre todo el mal
de altura, el “ Soroche”, que afectaba mortalmente a su resistencia vital. El propio ingeniero jefe de la obra pereció
durante la construcción.
Con una trocha de poco más de un metro,
exactamente 1,067 cms , la obra inferior
iniciada en Durán, iba llegando hasta Sibambe, mientras la línea superior,
acercándose desde Riobamba, ya estaba en Alausí. Cuentan que Harman, el
ingeniero constructor de la línea, se detuvo maravillado ante una formidable
masa pétrea que se interponía entre ambas localidades, último eslabón de la
gran obra, sin duda preguntándose si
algún día sería posible salvar aquel desnivel
Desde Sibambe se inició entonces la construcción del tramo conocido como Nariz del Diablo, una de las obras de ingeniería
ferroviaria de montaña más bellas y
espectaculares del mundo. Se hizo con el sistema de rieles en zigzag , de manera que el descenso o ascenso se efectuaba
mediante cambio de rumbo del tren en cada final de tramo. Solo así se podía paliar el desnivel que puede salvar
una vía férrea. Aclaremos que, en circunstancias
normales, un tren no soporta más de un 5% de desnivel en la vía.
Cuando el convoy se pone en marcha, el recorrido es tal y como se muestra en el
dibujo adjunto. A velocidad muy corta se desliza pendiente abajo en sentido
horizontal y longitudinal, sin curva alguna. Es realmente un método muy
ingenioso que hace recular al tren varias veces a lo largo de la altura de la
pared de roca. Son solo 13,5 kms y se tarda casi una hora en el descenso.
Vista de los rieles en zigzag. Zona de cambio de agujas. Foto JSG |
Una vez salvado el escollo de la Nariz del
Diablo, la línea alcanzó el punto
culminante, a 3.609 metros sobre nivel del mar, pasando por
Ambato, Latacunga y finalmente llegando a Quito a 2.817 metros de altitud.
En 1915, se inició la construcción de un
ramal suplementario, con una
longitud de 145 kilómetros, uniendo Sibambe y Alausí con Azogues y Cuenca, la
capital del sur interior. Pero se tardaron 50 años en terminarla y
prácticamente solo fue usada para tráfico de mercancías. También en el Norte se
inició la obra del el tramo Quito – Ibarra terminado en 1957.
Alausí
San Pedro de Alausí es un antigua ciudad,
cuya fundación data de los tiempos de la conquista. Por aquí pasaba el Camino
del Inca, que recorría todas la rutas del Imperio.Una enorme efigie del apostol San Pedro,
se levanta sobre un cerro que domina la ciudad.
En Alausí, el ferrocarril discurre
por una vía urbana, hasta llegar a la vieja estación, convertida hoy en un mercado de suvenirs.
Hasta el mes de Abril de 2012, muchos viajeros realizaban el recorrido ¡ sobre el techo de los viejos vagones de mercancías !. Era una especie de turismo de aventura, un rito
al que se apuntaban jóvenes de todo el mundo, ávidos de experiencias excitantes
y únicas. Hasta que un accidente con
algunos muertos, obligó a las autoridades a prohibir estas prácticas. A partir de ahí se decidió
la modernización de las estructuras y la mejora de las unidades.
Actualmente, el ferrocarril sirve como
atractivo turístico y depende de la
Empresa Nacional de Ferrocarriles del Estado, que proporciona servicio de transporte mixto, es
decir para pasajeros, turistas y carga. A tal efecto cuenta con modernas locomotoras
diesel-eléctricas y vapor, “ made in
Spain “, que junto con los vagones, han sido fabricados por la empresa
española FEVE, en sus talleres de Ungo – Nava, provincia de Burgos. Ver http://luiscarguaith.blogspot.com.es/2012/05/un-tren-mas-seguro-y-panoramico-alausi.html
El tren actual lo forman unos modernos
vagones, con cierto aire retro en su interior, pintados
en color blanco y rojo, provistos de asientos laterales panorámicos. Unas simpáticas azafatas, con uniforme ferroviario granate y gorra negra,
acompañan a los viajeros en cada vagón, proporcionando interesantes
explicaciones durante el trayecto y vigilando las normas de seguridad que son
muy estrictas. Aún así el lento descenso proporciona impresionantes vistas
sobre el fondo del valle, barrancos y precipicios, no aptas para pasajeros con
vértigo.
Sibambe
En el fondo del estrechísimo valle nos espera
la estación de Simbabe, donde dos grupos
de danza de las comunidades indígenas de
Nizag y Tolte, reciben con su baile a
los viajeros. Allí hay tiempo libre para hacer diversas actividades como visitar el Museo Etnográfico local
del Cóndor Puñuna ó recorrer el Mercado de Artesanía. Ambos lugares están gestionados por la Comunidad nativa Nizag.
Conviene mencionar que este producto
turístico único, es al mismo tiempo un experimento social de turismo
comprometido y sostenible. Está dirigido hacia el desarrollo de las comunidades indígenas
locales, Nizag y Tolte, sobre las que recae la responsabilidad del buen
funcionamiento del producto, los empleos subsiguientes y los beneficios de la gestión.
No nos olvidamos de dos protagonistas que
llamaron nuestra atención: la potente máquina del tren y una graciosa llama que su dueño - un niño de colorados mofletes – ofrecía
como acompañante de las fotos de los turistas.Aún hubo tiempo para un pequeño almuerzo de
bocadillo en la Cantina de la estación. Por
cierto, que el proyecto incluye la oferta de hospedaje en Sibambe
próximamente.
Interior de los nuevos vagones de fabricación española. Foto T.Komuda |
Escena en la estación de Sibambe. |
El silbido del tren llama de nuevo a los
viajeros a bordo para, esta vez, ascender por la misma vía, hasta alcanzar los andenes de la estación de Alausí. ¡ Un curioso
tren y un impactante lugar ¡.
Una experiencia de todo punto recomendabl.
Lo que queda del tren
La construcción de redes de carreteras desde
1950 y las rutas aéreas entre las diferentes zonas
del país, relegaron totalmente al ferrocarril en Ecuador. Solamente quedan hoy en uso dos tramos de uso exclusivamente
turístico. : el Quito - Latacunga, por las faldas del Cotopaxi y el Riobamba - Alausí - Simbabe, que nos ocupa.
El mantenimiento de raíles era muy costoso,
debido a los frecuentes deslizamientos
de tierras y a las inundaciones producto
de las fuertes lluvias de temporada. Esto
unido al desarrollo del transporte por
carretera y más tarde del avión, fue propiciando la desaparición del tren, aunque se mantuvieron
muchas de las estaciones del trazado.
Aquellos trenes fueron un hito fundamental para el transporte de mercancías, ya que hasta entonces, éstas se transportaban a
lomos de burros, caballos, mulas y llamas. Y el ferrocarril se constituyó en el
principal medio de transporte de grandes distancias en el país, hasta que la
automoción tomó su lugar allá por los años 1950.
En el año 2007, el presidente Rafael Correa,
tomó la decisión estratégica de la rehabilitación del ferrocarril ecuatoriano,
con el objetivo de recuperar el patrimonio cultural e histórico del país, y con
la estrategia de orientar los servicios ferroviarios hacia el turismo, como
parte del cambio de la matriz productiva del país. La recuperación del ferrocarril ecuatoriano
se enmarcó en la restauración de todas sus antiguas Estaciones y reorientación
de la actividad hacia el turismo.
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Dejando Alausí, retornamos a la Panamericana
para seguir desciendo hacia el sur, camino de Cuenca. Aún haremos una parada,
antes de llegar a la capital del sur, para visitar un interesante lugar arqueológico,
de los pocos que se encuentran en Ecuado: las ruinas Incas de Ingapirca. Pero
esa es ya otra historia, que contaremos en nuestra próxima entrada.
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