Por la Ruta de las Abadías, Rouen, Versalles y París
El Palacio de Versailles. Foto Wikipedia |
La ruta de las Abadías: San Wandrille y Jumièges
Desde Duclair,
donde atracamos aquella mañana a orillas del Sena, realizamos una interesante excursión
por la Ruta de las Abadías, que se hallan, desde tiempos inmemoriales, entre esta zona del río y la ciudad de Rouen.De los tres monasterios históricos más
importantes, no nos fue posilbe visitar el de Saint Georges de Boscherville,
por falta de tiempo. Pero no nos
perdimos los otros dos, a cual más interesante.
La Abadía de San Wandrille de Fontenelle
Ruinas de la iglesia monasterial de San Wandrille |
En
Fontenelle, el monje San Wandrille, fundó en el año 649
una abadía bajo la Regla de San Benito. Fue destruida por los vikingos dos
siglos más tarde, de nuevo levantada y
vuelta a destruir.
El monasterio fue
reedificado en 1249, ya en estilo gótico,
y ampliado en siglos posteriores. Sufrió diversos avatares: fue
incendiado durante las Guerras de Religión, se derrumbó la torre y fue
desamortizado y abandonado durante la Revolución Francesa. Tras ésta última efeméride, durante todo el siglo XIX el recinto sagrado estuvo
en manos privadas, y las piedras de la iglesia sirvieron de cantera
para alimentar construcciones de la zona. Solamente a finales de esa centuria
la abadía fue de nuevo habitada por monjes benedictinos, que aún la ocupan hoy
en día.
Vista aérea de la Abadía, con los edificios de talleres y la granja. Foto Revista Gesta |
Actualmente solo quedan en pie el valioso claustro gótico y dos alas nuevas, levantadas en el siglo XVIII, que son las que ocupan los monjes actualmente. Ante la imposibilidad de reconstruir el templo arruinado, que incluso fue bombardeado por los Aliados en 1944,se decidió, en los años 1950, edificar una sencilla iglesia abacial adosada a las ruinas antiguas, aprovechando un pósito de diezmos abandonado. Tiene un techo de madera y vigas, y en medio el coro, desde donde los frailes asisten a los oficios sagrados y cantan Gregoriano durante las misas y los seis rezos cotidianos.
Actual iglesia abacial. Foto petit-patrimoine.com |
En el terreno monástico se ubican también los talleres donde los monjes realizan trabajos de edición: Editions de Fontenelle, con revista propia sobre la vida monástica, microcopia de documentos y archivos, así como el Atelier Renascentis dedicado a la restauración de obras de arte.
Es sorprendente la Tienda
de la Abadía, donde en cantidad
y calidad, destaca la colección de CDs de Canto Gregoriano, grabados por los propios monjes, así como la bien abastecida librería y los objetos
religiosos de gran calidad, producidos
en de otros 30 monasterios de la orden.
Entre otros productos ofrecen cera para restauración de muebles antiguos. También tienen venta on line ( www.boutique-saintwandrille.com ).
Sobre el lado
oeste del conjunto eclesiástico, se
hallan la panadería y una granja ecológica con diversos cultivos
para propio sustento de la comunidad.
El monasterio fue
fundado por San Filiberto en el año 654
y tuvo también una vida muy
azarosa, similar a la de San Wandrille. Fue en tiempos una de las abadías más
poderosas de Francia.
Vista general de Jumièges. Foto JGP |
Por desgracia nunca se llegó a reconstruir, de manera que
solamente siguen en pie los ruinas de la
estructura gótica de la iglesia. Dos torres gemelas de 46 metros de altura y
forma poligonal, mantienen una fachada aun
en buen estado. Su silueta, alta,
blanca, luminosa, es visible desde el meandro del Sena cercano.
La nave del viejo
templo, de casi 90 metros de longitud, esta arruinada al igual que la girola y
sus capillas. Los muros alcanzan los 25
metros de altura. A pesar de la ruina, es
un edificio majestuoso, mudo testigo de su gloria pasada, con un encanto muy especial que conmovió la
sensibilidad de los artistas románticos.
La antigua portería
de la abadía alberga hoy en día la tienda y una sala de exposiciones. El conjunto
es propiedad del Estado francés desde
1947, y está enclavado dentro de un Parque Natural Regional protegido.
Como anécdota, la
Abadía de Jumièges sirve de marco histórico en la novela de Maurice Leblanc “La
Condesa de Cagliostro”, de la serie de aventuras de Arsenio Lupin. Una placa
ubicada sobre la fachada de la Oficina de Correos próxima, frente a la entrada
de la abadía, lo atestigua.
Continuamos por el Sena
Desde Jumièges
regresamos a nuestro barco en Duclair, que zarpa de inmediato. La comida se
sirve mientras el MS France navega en dirección a Rouen, atravesando un
magnífico paisaje de terrazas fluviales, de abruptos y blancos acantilados, de
mediana altura, a cuyo pie se sitúan,
aquí y allá, pequeñas poblaciones y
mansiones residenciales dispersas, rodeadas siempre de alto y abundante arbolado.
Es un panorama ameno y tranquilo que
podemos admirar a través de los ventanales del comedor, mientras degustamos el
almuerzo.
Llegamos a Rouen sobre las 16.00h. y rápidamente desembarcamos para realizar una
visita del centro de la ciudad .
ROUEN, la ciudad de JUANA DE ARCO
Rouen es la capital de la Región de Baja Normandía y del departamento del Sena Marítimo.
El municipio cuenta con unos 110.000 habitantes, si bien la conurbación
supera los 500.000.
Su industria textil fue siempre
potente, basada en la lana importada de Inglaterra. La otra columna de su riqueza ha sido y sigue
siendo, el comercio través de su tráfico fluvial y marítimo.
Rouen se halla apenas a 80 kms. del estuario del Sena, sobre el Canal de la Mancha y, a pesar de ello, aún
recibe la influencia de las mareas. Esto
permite la navegación hasta su puerto, que puede acoger barcos de gran tonelaje, debido además al calado del río en sus
aguas, 10 metros de fondo y dragado
continuo; así como por la gran altura,
de más de 50 metros, de los tres puentes que el tráfico marítimo se ve obligado
a cruzar y de los que ya hemos escrito anteriormente. No
es extraño por tanto, que Rouen sea el quinto puerto de Francia en volumen de
mercancías y el primero en exportación
de cereales. En sus muelles pudimos ver atracado un gran barco de containers chino y otros
de tonelaje superior.
Rouen resulta una ciudad curiosa, mitad moderna y mitad monumental. Es
la herencia de la II Guerra Mundial, ya
que entre Abril y Junio de 1944, los Aliados la bombardearon repetidamente, en especial la zona más antigua, la más rica en patrimonio, que desapareció en gran parte. Fue un milagro que no se destruyera completamente la Catedral.
Casi todo el barrio que circunda la iglesia mayor, tiene un carácter más bien impersonal, de
edificaciones insípidas, producto de la urgente reconstrucción de la postguerra.
La Catedral ruanesa
constituye una obra maestra del gótico flamígero. Del exterior destacan las dos
altas torres, la de San Román, la más antigua, y la Torre de Beurre o de la Mantequilla,
ya que las obras para su construcción fueron costeadas con el dinero que se
pagaba a la Iglesia para poder consumir mantequilla durante la cuaresma. Ambas torres enmarcan los tres magníficos portales de la fachada y dominando
el conjunto, se eleva hasta 150 metros
la espectacular aguja o flecha en hierro fundido, del siglo XIX, que sustituyó a otra anterior
desaparecida, y que cubre la linterna del crucero. El interior, de proporciones gigantescas
alberga entre otros muchos tesoros, algunas espléndidas vidrieras y la tumba de Ricardo
Corazón de León.
Es sin duda una de las cinco mejores catedrales de Francia y quedó inmortalizada en los cuadros de Claude Monet, el maestro del impresionismo, que la pintó en más de 30 vistas, a distintas horas del día y bajo condiciones luminosas diferentes..
La zona histórica
patrimonial, que se salvó de los desastres de la guerra, nos da una ligera idea de lo que debió de ser Rouen en su época de mayor
esplendor. En la postguerra se demolieron varias iglesias damnificadas, para trazar el nuevo centro urbano, pero todavía
quedan algunas con gran valor monumental.
Aun así lo mejor de
esta ciudad es su patrimonio civil: impresionante el Palacio de Justicia, el
edificio gótico civil más grande de Francia; también la Oficina de Finanzas, la
Torre del Castillo y varios palacios de familias nobles y de burgueses ricos.
Lo más emblemático es el Gros Horloge o Gran Reloj, con un preciso mecanismo astronómico
del año 1389, aún en funcionamiento. Adornado con una bella decoración artística, solamente cuenta con aguja horaria, y se halla ubicado sobre la
fachada de un edificio renacentista, que sirve de arco de entrada a la calle
llamada precisamente del Gran Reloj. Nos recordó a uno muy similar en el centro de Berna.
Palacio de Justicia. Fachada principal. Foto JGP |
La Ciudad de Juana de Arco
Pero Rouen es, ante
todo, la ciudad de Juana de Arco, "
la doncella de Orleans", venerada como santa pero también como heroína
nacional de la historia de Francia. Aquí todo nos recuerda a esta pequeña
mártir, cuya vida y muerte han llenado muchas
páginas.
En el Palacio
Arzobispal de Rouen tuvo lugar el famoso y discutido proceso que la condenó en
el año 1431, y en la Plaza del Viejo Mercado se venera el lugar, "Le Bûcher", donde fue
quemada en la hoguera por hereje. Junto
a él se eleva una moderna iglesia, la de
Santa Juana de Arco, de extraña factura, cuyo interior ha recuperado unas magnificas vidrieras antiguas de la desaparecida iglesia gótica de San
Vicente, derruida tras la guerra.
Interior iglesia de Santa Juana de Arco. Vidrieras. |
Quiero mencionar por
último, que Rouen cuenta con una decena
debuenos Museos. El de Bellas Artes, con
excelente pintura clásica, es famoso también por sus cuadros impresionistas,
especialmente de Claude Monet y Alfred Sisley.
El Sena se acerca a Paris
Con el regreso al
barco, proseguimos nuestra singladura
hacia París. Esa noche tuvo lugar la Cena de Gala, seguida de baile y un simpático espectáculo a cargo de la propia
tripulación.
A partir de
Rouen y en dirección hacia Mantes la
Jolie, el barco atraviesa por una serie
de exclusas, que permiten una nivelación del agua del río, eliminan la influencia de las corrientes y
facilitan por tanto la navegación. Es una
sección canalizada con cuatro grandes esclusas múltiples hasta la desembocadura
del río Oise en Conflans-Sainte-Honorine. Después otras dos esclusas múltiples en
Bougival/Chatou y en Suresnes alzan los barcos al nivel del río en París, donde
se ubica la desembocadura del río Marne.
Los puentes son de menor altura y los grandes barcos de cabotaje han desaparecido.
Solo surcan las aguas las barcazas, chalanas y gabarras así como los barcos de
paseo o recreo,y los cruceros fluviales de capacidad y altura limitadas, como el nuestro.
También a partir de
este punto, las orillas del río,
sobre todo la derecha, comienzan a poblarse
de viviendas flotantes, un sistema de habitat de lo más variopinto. Barcos en uso o en desuso, viejas gabarras
reconvertidas, plataformas flotantes construidas ad hoc...., pintados a veces
en vivos colores, decorados de forma caprichosa, adornados con plantas y terrazas.
Todos cuentan con enganche a tierra para recibir agua y energía, y también para eliminar las aguas residuales....
Desde Mantes entramos
ya en un Sena más urbanizado, que fluye
a través de los suburbios y los barrios residenciales del Gran París. Desde aquí, desde Mantes,
el bearnés Enrique IV, el de "¡ Paris
bien vale una misa !", organizó
el asalto definitivo a la capital en
marzo de 1594, en plenas Guerras de Religión.
Una visita "multitudinaria" al Palacio de Versalles
Hoy, último día de
crucero, vamos a realizar nuestra última visita. Desembarcamos en Mantes la Jolie y desde allí, en apenas media hora llegamos a la ciudad de Versalles y a su tesoro más preciado: el Parque y Palacio de Versalles, seguramente uno de los conjuntos palaciegos históricos más famosos del mundo.
Palacio de Versalles. Galería de los Espejos. Foto Wikipedia |
El
Palacio de Versalles fue la principal residencia de los reyes de Francia, en los siglos XVII y
XVIII. Su construcción fue ordenada por
Luis XIV, y constituye uno de los complejos arquitectónicos monárquicos más
importantes de Europa.
Con
sus tres palacios en estilo barroco, sus jardines y su parque, Versalles es un
dominio inmenso. Si bien Luis XIII hizo edificar allí un pabellón de caza con
un jardín, Luis XIV fue su verdadero creador, ya que le dio su amplitud y
determinó su destino. Este rey dejó París
y decidió construir Versalles como una pequeña ciudad alejada de los problemas.
Tres
siglos después de su creación, el dominio sigue siendo considerable pues cuenta
con 800 hectáreas, 20 km de caminos, 200 000 árboles, 35 km de canalizaciones,
11 hectáreas de techumbre, 2 153 ventanas y 67 escaleras.
El
conjunto del palacio y parque de Versalles, incluyendo el Gran Trianón y el
Pequeño Trianón, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en
1979.
Jardines del Palacio de Versalles. La Aldea de la Reina María Antonieta. Foto Wikipedia |
La visita a Versalles resultó interesante, aunque un punto agobiante, incómoda, debido a la multitud de visitantes que invadían accesos, palacio y parque. Cabe decir que era martes y ese día los
grandes museos de París tienen su jornada de cierre. Quizás por ello uno tenía la impresión de que todos
los turistas de la capital se habían dado cita allí.
Cientos, miles de
visitantes, en gran parte asiáticos y muy jóvenes, atestaban las entradas, salones, jardines,
fuentes, patios y recovecos. Era muy difícil poder disfrutar de la gran belleza
que ofrece este lugar. Además, una parte
de los jardines y la fuente principal estaban en obras de restauración. Era la tercera vez que visitaba el recinto,
uno de los iconos del París de siempre ... No
puedo decir que me defraudó, pero siento
que el turismo de masas, descontrolado, está acabando con el encanto de estos lugares
codiciados, mecas del turismo internacional.
PARIS
desde el SENA
El regreso al barco
desde Versalles lo hicimos en Poissy. Después del almuerzo, nos acomodamos en los puentes exteriores y las terrazas, para disfrutar del panorama. El Sena se acercaba a Paris por el Barrio de la Defensa, y a
partir de ahí la capital nos fue descubriendo tranquilamente sus encantos.
Cruzamos la
"Ciudad Luz", ya atardeciendo, mientras disfrutábamos de nuestra cena de despedida. Después nos aguardaba la gran sorpresa de fin
de viaje.
Finalizada ya la cena,
habiendo dejado atrás el centro de la ciudad, ya entrada la noche, nuestro barco giró en redondo, e inició desde allí una inesperada singladura nocturna,
atravesando de nuevo los 27 puentes de Paris, ahora soberbiamente iluminado. Mientras nuestro guía nos explicaba la historia y arte de cada monumento.
Fue una hora larga de crucero nocturno, un espectáculo espléndido de luz y sonido. Un digno broche para un viaje inolvidable.
Poco despues de cruzar por delante de la Torre Eiffel, que ofrecía una iluminación de gala
para la ocasión, atracamos en el mismo Muelle de Grenelle, donde habíamos comenzado nuestro periplo cinco días
antes.
Nos retiramos muy
pronto a descansar. Tocaba hacer las maletas, pues al día siguiente, tras el desayuno, temprano, llegaba la hora del desembarque.
Tras una foto de
despedida del grupo, en la misma pasarela de acceso, dejamos
con sentimiento el barco. Recordaremos con
nostalgia, más de una vez, este original
crucero fluvial, que habíamos disfrutado
juntos.
Conocer la Ciudad del Amor es un sueño para cualquier persona. Pero primero es necesario un curso de francés para poder disfrutar al 100% de todo Francia. Creo que para poder viajar primero toca aprender francés porque de lo contrario no podría uno aprovechar todas las oportunidades que Francia ofrece.
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